Las Highlands (las Tierras Altas de Escocia) y las islas Orcadas han sido el destino de nuestra experiencia más reciente. Trece expedicionarios —lectores y lectoras de ElNacional.cat—, el guía y profesor —articulista de historia de esta casa— y un asistente e intérprete de la organización hemos recorrido a fondo el extremo norte de Escocia y el archipiélago de las Orcadas, probablemente, la zona más enigmática del universo insular británico. Durante ocho días, los participantes de esta experiencia han callejeado por las ciudades, pueblos, castillos y yacimientos de aquella parte del país que mejor conserva su pasado de la época prehistórica (neolítico y edad de los metales), medieval (colonización vikinga y formación del reino de Escocia) y moderna (los escenarios donde Escocia derramó la sangre de sus hijos para conservar su independencia).

1. Inverness. El río Ness y el paseo del hotel. Cedida Roser Ribas
Inverness. El río Ness y el paseo del hotel / Cedida. Roser Ribas

Inverness

Inverness es la capital de las Highlands. Es una pequeña ciudad de 50.000 habitantes, situada allí donde el río Ness (el que nace en el lago del mismo nombre) desemboca sus aguas en el mar del Norte. Inverness ha sido nuestro campo base. Desde el alojamiento de la expedición —un grupo de casas de estilo victoriano situadas en el paseo del río y transformadas en un pequeño y acogedor hotel—, hemos salido cada día en busca del descubrimiento de aquella Escocia enigmática que se oculta dentro de los bosques de las montañas Grampianes (entre Edimburgo e Inverness) y del Great Glen (el gran desfiladero que separa las Lowlands y las Highlands). Inverness es la gran urbe de la región. Pero es un abrigaño de paz. Destruida después de la última revolución jacobita (a mediados del siglo XVIII) es una ciudad de arquitectura y urbanismo victoriano (del siglo XIX), pero fiel a la vieja tradición escocesa.

2. Eilean Donan. Castillo. Cedida Fernanda Barrios
Eilean Donan. Castillo / Cedida. Fernanda Barrios

Eilean Donan y la costa de Skye

Eilean Donan y Urquhart son los dos grandes castillos medievales de las Highlands, y explican la historia de una larga época durante la cual el país se organizaba socialmente y se articulaba políticamente en clanes. Los clanes eran una especie de familias extensas que podían reunir centenares o miles de individuos que no tan solo compartían la tierra, sino que también iban juntos a la guerra, y que, según la tradición, se identificaban por los diferentes tipos de composición cromática del kilt (la falda escocesa). Eilean Donan, situado sobre una península del lago Duich (que es el extremo de un fiordo), fue, durante siglos, el centro del poder de aquel territorio. En las Highlands, el fenómeno urbano no se desarrolló hasta las postrimerías de la edad media, y desde aquel castillo, los dirigentes MacKenzie gobernaron a su clan hasta la derrota jacobita de 1745.

3. Culloden. Las campas de la batalla. Cedida Carme Romeo
Culloden. Las campas de la batalla / Cedida. Carme Romeu

Urquhart y el lago Ness

En Eilean Donan transitamos por sus laberínticos pasillos, por sus estrechas escaleras y por sus enigmáticas salas. Después de comer en un delicioso hotel cottage en la pequeña localidad de Invermoriston, nos dirigimos a Urquhart, los restos del gran castillo medieval que dominaba la totalidad del lago Ness. Del monstruo, ni rastro. Pero Urquhart (las ruinas de lo que había sido aquel gran castillo) nos mostró la trágica historia medieval y moderna escocesa, marcada por su difícil relación con Inglaterra. A Urquhart, a través de los restos de sus torres y de su muralla, nos explicó las cruentas rivalidades entre los clanes escoceses, las constantes guerras con Inglaterra y la violenta reforma religiosa de los siglos XVI y XVII.

4. Elgin. Catedral. Cedida Carme Romeo
Elgin. Catedral / Cedida. Carme Romeu

La piedra de Sueno

El reino de Escocia —el reino de Alba, en gaélico— se formó a mediados del siglo IX. Y la piedra de Sueno, plantación en un bosque solitario entre Inverness y Elgin, es una gran losa rectangular, de siete metros de alto y dos de ancho, que fue esculpida poco después de aquellos hechos que ilustra este proceso. Contemplando la piedra de Sueno conocimos las dificultades de Kenneth MacAlpin, el unificador, que unió el reino occidental de Dal Riata, formado por las tribus escotas de remoto origen irlandés y de confesión cristiana, con el reino oriental de Caledonia, formado por las tribus indígenas —nombradas pictas— de confesión ancestral céltica. Una unión no exenta de violencia y de represión por parte de los cristianos. Una unión que, según la piedra ilustra, posibilitaría la expulsión de los vikingos, a manos y pies del rey Malcolm, y la consolidación del reino de Escocia.

5. Destilería de Glenmorangie. Cedida Ester Calvet
Destilería de Glenmorangie / Cedida Ester Calvet

Elgin, el "faro del norte"

Elgin es una pequeña ciudad cerca de Sueno. Su espectacular catedral, actualmente abandonada y sin techo, pero con la fachada, los campanarios y las paredes interiores todavía en pie, nos explicó el triunfo del proyecto de los reyes primigenios Kenneth y Malcolm. Ahora es un edificio fantasmagórico. Pero durante la época medieval fue denominada "el faro del norte". Curiosamente, sería abandonada a mediados del siglo XVI, cuando en Escocia llegan los aires de la reforma protestante y en Elgin desaparecen las jerarquías católicas. Su techo de plomo sería desmontado para hacer balas de cañón en la guerra contra los ingleses y la vieja catedral nunca más recuperaría su función. Entre sus ruinas, resta el Pilar de Elgin, una losa vertical esculpida en el siglo IX (poco antes de la evangelización de aquella sociedad) que ilustra la creación del universo según la religión tradicional de los celtas de la antigüedad.

6. Peña segados de la isla de Hoy (la más meridional de las Orcades) durnt la travesía con el ferry. Cedida Ester Calvet
Acantilados de la isla de Hoy (la más meridional de las Orcadas) durante la travesía con el ferry / Cedida. Ester Calvet

Culloden

Antes de visitar Sueno y Elgin, habíamos estado en Culloden, la campa donde se libró la última gran batalla de la última revolución jacobita (1745). En aquellas campas barridas por un viento helado y que bajo tierra acogen los cuerpos de miles de combatientes, se enfrentaron por última vez los defensores de la Escocia tradicional —los clanes rurales— contra el ejército británico y los defensores de una nueva Escocia definitivamente vinculada al proyecto de Londres —las clases mercantiles urbanas—. Después de Culloden, los británicos prohibieron los principales símbolos de identidad escoceses: la lengua gaélica, el kilt (la falda a cuadros) o la gaita. Estos dos últimos, paradójicamente, sobrevivirían y trascenderían a las entrañas del enemigo: en los regimientos escoceses del ejército británico.

7. Stromness. Orcades. Cedida Pilar Broto
Stromness. Orcadas / Cedida. Pilar Broto

La destilería Glenmorangie

Pero lo que no prohibieron, y no tan solo se siguió produciendo, sino que se convirtió en una de las principales industrias de Escocia, fue el whisky. Camino de Thurso, en la punta norte del país, para coger el ferry que nos tenía que conducir a las islas Orcadas, nos paramos en la destilería Glenmorangie, situada en el fiordo de Dornoch. Sus alambiques, los más altos de Escocia, y sus bodegas, los más antiguos —en funcionamiento— de las Highlands, nos mostraron el proceso de elaboración de este destilado. Después de una ilustrativa visita, guiada por una persona de la casa, durante la cual recorrimos todos los rincones de aquella vieja destilería y contemplamos una galería de fotografías de los trabajadores de Glenmorangie desde finales del siglo XIX hasta la actualidad, tuvimos el placer de hacer una cata de whiskys.

8. Yacimiento neolítico de Skara Brae. Orcades. Cedida Carme Romeo
Yacimiento neolítico de Skara Brae. Orcadas / Cedida. Carme Romeu

Las Orcadas: Stroemness

El viaje con ferry desde Thurso (en la punta norte de Escocia) hasta Stroemness (uno de los dos únicos pueblos de las Orcadas) fue una de las mejores experiencias de esta aventura. Desde la cubierta de popa del ferry pudimos admirar los espectaculares precipicios de la isla de Hoy (la más meridional del archipiélago). Las Orcadas sorprenden por varias causas. Por sus escarpadas costas formadas por acantilados cortados en vertical que pueden llegar a los cien metros de altura. Por la práctica ausencia de árboles. Y por el intenso tapiz de vegetación que las cubre por todo. Las Orcadas presentan un poblamiento muy bajo (22.000 habitantes para una superficie similar a la de la comarca de Osona), pero, en cambio, tienen una cabaña ovina impresionante. La cabaña de ovejas de las Orcadas suma más de 500.000 cabezas (25 ovejas por habitante).

9. Skara Brae. Orcades. Cedida Carme Romeo
Skara Brae. Orcadas / Cedida Carme Romeo

Las Orcadas: Skara Brae y el círculo de Brogdar

Las Orcadas albergan uno de los secretos mejor guardados del mundo atlántico europeo. Los yacimientos arqueológicos de Skara Brae (un asentamiento neolítico extraordinariamente recuperado que explica la cotidianidad de aquella sociedad) y el ring de Brogdar (el círculo megalítico que explica como aquella civilización interpretaba el misterio de la vida, de la muerte y del retorno). Entre Skara Brae y Brogdar nos detuvimos en la reserva natural de Marwick, un espectacular lugar constantemente batido por el viento y por las olas. Si las condiciones meteorológicas son buenas, es posible avistar varias especies de cetáceos y de aves. Pero el día que estuvimos era ventoso y húmedo, y nuestra experiencia se centró en los elementos inanimados de aquel entorno, sorprendentes arenales de roca, espectaculares acantilados y solitarias y enigmáticas cabañas de pastor.

10. Reserva Natural de Marwick. Orcades. Cedida Lluís Juncosa
Reserva Natural de Marwick. Orcadas / Cedida Lluís Juncosa

Las Orcadas: Kirkwall, las barreras de Churchill y la Italian Chapel

Kirkwall es la capital de las Orcadas. Y es la constatación de la historia de las Orcadas. Fueron conquistadas y colonizadas por los vikingos del siglo IX. Y su huella ha trascendido hasta la actualidad. Las banderas que ondean son las de las Orcadas, formadas por la cruz nórdica. La catedral está dedicada al evangelizador noruego Magnus. Y la fisonomía de la gente que transita por las calles es claramente escandinava. No obstante, Kirkwall y las Orcadas tuvieron un papel destacadísimo en la defensa de las costas británicas durante la II Guerra Mundial. Y para entenderlo visitamos las barreras de Churchill, unos espigones construidos para proteger el gran puerto natural de Scapa Flow de la acción de los submarinos alemanes. Y la Italian Chapel, la capilla de los soldados italianos prisioneros de guerra que fueron obligados a construir aquellas defensas.

11. Kirkwall. Orcades. Palacio de los obispos noruegos. Cedida Carme Romeo
Kirkwall. Orcadas. Palacio de los obispos noruegos / Cedida. Carme Romeu

Edimburgo

Nuestra última etapa en Escocia fue fuera del ámbito de las Highlands y de las Orcadas. Los dos últimos días los utilizamos para conocer Edimburgo, la capital de Escocia. Edimburgo es la antítesis de Inverness, de Elgin o de Kirkwall. Edimburgo es bullicio. Y es el principal centro turístico de Escocia. Y aprovechamos nuestra estancia para visitar los espacios más conocidos y más desconocidos de la ciudad. Estuvimos en el castillo, situado sobre una colina que domina la ciudad y que atesora el recuerdo de fortaleza más atacada de la historia escocesa y británica. Paseamos por la Royal Mile, y por sus callejones perpendiculares que explican cómo era Edimburgo antes del gran incendio de 1824. Estuvimos en la catedral gótica de Saint Gilles (la mayor del país) en el edificio del Parlamento y en el palacio real de Hollyrood. Y nos perdimos por las calles de la ciudad victoriana del siglo XIX.

12. Edimburgo. El grupo en el restaurante de Victory Street. Cedida Lluis Juncosa
Edimburgo. El grupo en el restaurante de Victory Street / Cedida. Lluís Juncosa

Edimburgo y las gaviotas

Edimburgo es la capital de Escocia desde 1495. Y es la ciudad de las gaviotas. Su tradicional actividad pesquera (el barrio marítimo de Leith ha sido, desde hace siglos, el principal puerto pesquero de Escocia) lo ha convertido en la ciudad de estas aves, las auténticas protagonistas del cielo de la ciudad... ¡y de las plazas de la parte histórica! Nuestro intérprete sufrió el hurto de su oink (el bocadillo de cerdo asado típico de Edimburgo) a pico de una gaviota que lo sobrevoló por sorpresa y por detrás... mientras se lo zampaba paseando por la Grassmarket Place. Fue la anécdota sorprendente y divertida de nuestra estancia en Edimburgo. Y la culminación de una aventura fantástica en el país de los reyes pioneros Kenneth y Malcolm, de los vikingos colonizadores, de Robert the Bruce y de William Wallace, de los clanes, de los Stuart y de los jacobitas de las faldas a cuadros.