Los juegos de mesa son una forma de diversión clásica, que ha formado parte del ocio de generaciones y que, además de resultar entretenidos, pueden ayudar a tus hijos a desarrollar un sinfín de habilidades que le pueden ayudar a mejorar su aprendizaje y desarrollo cognitivo, emocional y social.

Por qué los juegos de mesa

En primer lugar, su carácter lúdico los convierte en una opción estupenda frente a las pantallas que invaden la vida de los más pequeños. Pueden servir para divertirse durante horas y no tienen muchos de los inconvenientes que los juegos digitales. Entre otras cosas, porque un juego de mesa ayuda a desarrollar la atención, frente a las pantallas que perjudica su desarrollo.

Además, depende del juego que se trate, puede mejorar otros aspectos esenciales como la memoria, la psicomotricidad fina, la capacidad de observación, las habilidades de comunicación, el control de los impulsos o la inhibición.

De hecho, hoy en día se pueden encontrar en las tiendas juegos de mesa en los que se explican el tipo de habilidades que buscan promover, por lo que es más sencillo para los padres escoger el que más se pueda adaptar al niño. Conviene tener en cuenta la edad, porque el nivel de neurodesarrollo es importante para poder seguir el juego. Si el juego es demasiado largo, un niño con menos de diez años no va a tener la capacidad de atención para disfrutarlo, por poner un ejemplo. Si es demasiado complicado y el  niño pierde siempre, puede resultarle frustrante. Por eso hay que saber elegir.

Estos son cuatro tipos de juegos de mesa perfectos para jugar en familia.

1. Juegos de mesa educativos o didácticos

Son juegos de mesa enfocados en que el niño adquiera conocimientos o habilidades psicomotrices y desarrolle su formación, y pueden ser un complemento perfecto para mejorar la escritura o la lectura, por poner un ejemplo. Es el caso de formar palabras como el Scrabble o de formar bloques, como el Jenga.

Scrabble / Unsplash

2. Juegos de memoria

Como su nombre indica, favorecen la concentración, la atención y la memoria. Al clásico de emparejar fichas se le pueden sumar otros más recientes como el Dobble o el Speed Cups.

3. Juegos de estrategia

Son juegos que permiten favorecer el desarrollo cognitivo del niño, que le ayudan a mejorar las funciones ejecutivas: la organización, la planificación y el control de impulsos. Existen muchos ejemplos, algunos más complicados como el Carcassonne o el Catán o más sencillos, como el Conecta 4.

4. Juegos de azar

Están destinados sobre todo a entretener y divertir a los más pequeños y pueden favorecer la socialización y el estrechamiento de los lazos familiares. Los más clásicos son el parchís o la oca.