Generalmente, los bebés comienzan a andar cuando alcanzan su primer año de vida, pero lo cierto es que puede variar mucho de unos niños a otros. Las etapas suelen ser la de arrastre, gateo, ponerse en pie y después caminar, aunque no todos pasan por ellas y algunos bebés nunca gatean, por ejemplo.
Una de las preocupaciones que suelen asaltar a los padres cuando pasa el año es si no tendrá algún tipo de retraso en el desarrollo si el niño tarda mucho en andar. En un estudio que se llevó a cabo con casi 50.000 niños noruegos, se encontró que de todos ellos, un 25% de los niños caminaba a los 12 meses, un 50% a los 13 meses y un 75% a los 14 meses. Pero lo cierto es que incluso hasta los 18 meses, se puede considerar dentro del rango de la normalidad. Y los hay que pueden comenzar a los 7 meses.
Por qué pueden comenzar más tarde
Aprender a caminar es la culminación de una serie de habilidades motoras, entre ellas que el bebé pueda soportar su peso, mantener el equilibrio sin ayuda, coordinar el movimiento o controlar la parte superior de su cuerpo. Sin embargo, en algunos casos puede haber razones que retarden esta fase del crecimiento. Estas son algunas de ellas.
- Si el bebé nació de forma prematura
Los niños que nacen antes de la semana 37 y, especialmente los grandes prematuros –que nacen antes de la semana 29– pueden sufrir retrasos en su desarrollo psicomotor, aunque finalmente lo alcancen.
- Caídas previas
Algunos niños que comienzan a andar y sufren alguna caída pueden sentir miedo después y tardar más tiempo en comenzar a caminar
- Falta de estimulación
Los bebés que tienen una vida muy sedentaria y están muy poco estimulados también pueden retrasar sus primeros pasos.
- Diversas patologías
Cuando existe una patología de la vista, el oído –que afecte al equilibrio– o en el desarrollo psicomotor también puede afectar al niño en este sentido.
- Medidas favorecedoras
Los padres, por su parte, pueden llevar a cabo medidas para favorecer los primeros pasos del bebé. Estas son algunas de ellas.
- Despejar la zona donde suela estar para que no se encuentre obstáculos.
- Mejorar su equilibrio, favoreciendo que el niño se ponga de pie descalzo.
- Ofrecerle apoyos para que se desplace con seguridad.
- No dramatizar cuando el niño se caiga y ofrecerle confianza cuando dé sus primeros pasos.