"Aversión apasionada, angustiosa y obsesiva, generalmente de carácter patológico". Así define el Diccionari de la llengua catalana de l'Institut d'Estudis Catalans (DIEC) la palabra fobia. Hay fobias muy conocidas, como la aporofobia (el miedo morboso a los espacios abiertos) o la claustrofobia (aversión a encontrarse en lugares cerrados), sin embargo, hay otras que son totalmente desconocidas. Incluso, puedes sentirla y no saber que este temor tiene un nombre que lo identifica. Es el caso de la tripofobia, el miedo irracional a patrones específicos que tienen figuras geométricas muy agrupadas. Si no sabes de qué te estamos hablando, fíjate en las imágenes que hay a continuación y, si eres incapaz de mirarlas porque te dan asco, te interesa esto que te explicaremos.
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Si no puedes mirar estas imágenes porque te dan asco, tienes tripofobia
Te advertimos que si tienes tripofobia, las imágenes que hay a continuación te causarán mucho rechazo, hasta el punto de no poder fijar la mirada y sentir ganas de vomitar.
La tripofobia no está reconocida de manera oficial como un trastorno psicológico —no aparece en el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, utilizado en psicología y psiquiatría para el diagnóstico de enfermedades—, pero los estudios demuestran que hay personas que sufren este miedo irracional hacia patrones con figuras geométricas muy juntas, principalmente redondas. Una reacción que puede ir acompañada de respuestas fisiológicas, como un aumento del ritmo cardiaco o la activación del sistema nervioso autónomo, provocando un cosquilleo en el cuerpo o que se ponga la piel de gallina, por ejemplo.
Puede parecer que estos patrones mostrados no forman parte de nuestro día a día, pero si nos fijamos son figuras más recurrentes de lo que pensamos. Las burbujas que se forman en el café, los agujeros de una esponja, un hormiguero, una colmena de abejas... Son ejemplos que hacen estremecer a una persona que tiene tripofobia.
¿Y de dónde surge esta fobia? El origen de la tripofobia es todavía una incógnita, según los expertos, si bien se ha asociado al miedo de las personas a los parásitos. En el 2017, investigadores de la Universidad de Kent, en el Reino Unido, detectaron que también puede estar vinculado al temor a las enfermedades infecciosas, muchas de las cuales se manifiestan en forma de redondas en la piel, como es el caso del sarampión, el tifus o la viruela. Así lo publicaron en un artículo en la revista científica Cognition and Emotion, donde reconocen que el sufrimiento de estas personas, que muchas veces se transmite con una respuesta exagerada o ansiedad, puede ser causado por la asociación de enfermedades y parásitos con figuras redondas.
El estudio consistió en mostrar 16 imágenes con agrupaciones de figuras geométricas, todas ellas de objetos reales, a 300 personas que participan en grupos de apoyo a la tripofobia y 300 estudiantes universitarios sin ninguna aversión, que servía como grupo de control. Ocho de estas fotografías eran de partes del cuerpo afectadas por alguna enfermedad que causa erupciones en la piel, mientras que las 8 restantes no tenían ninguna relación con patologías, sino que se trataban, por ejemplo, de una pared de ladrillos. A pesar de la diferencia de carácter entre los dos grupos de imágenes, las personas con tripofobia consideraron que todas las fotografías mostradas eran desagradables, sin diferenciar entre aquellas donde se mostraban enfermedades y aquellas que no. Una respuesta que, según el estudio, da apoyo a la idea de que ver figuras geométricas similares les provoca esta sensación de rechazo, sin diferenciar si se trata de un campo de flores o de una persona con una enfermedad.
Otra curiosidad de este análisis es que, si bien se trata de un miedo, el sentimiento principal que experimentaban los individuos con tripofobia era repugnancia, con náuseas o ganas de vomitar, lejos de sentir temor. Algunos de ellos también describieron sensaciones como picores en la piel o como si tuvieran insectos recorriendo su cuerpo. Una reacción que, según los expertos, vuelve a sugerir que estas personas perciben estímulos similares cuando ven una acumulación de redondas que cuando están afectadas por un parásito.