Los humanos a veces nos comportamos como apisonadoras: toda forma de vida que no acabe de entrar en nuestros planes, hay que arrasarla. Dejamos el campo por la ciudad y ahora no toleramos ni el menor bichito en nuestros ecosistemas de asfalto.
🍅 Cómo hacer un huerto urbano en casa: los 5 pasos básicos para iniciarse y disfrutar
🌱 El huerto como tratamiento natural de la ansiedad: las plantas que te ayudarán a serenarte
Sin embargo, nos traemos trocitos de campo en macetas con nuestros huertos urbanos. Y también hay que reaprender a convivir con otros bichitos. Por ejemplo, algo que siempre solemos matar en casa, aunque no deberíamos, son dos de los animales más injustamente tratados: las arañas y las salamanquesas o dragoncitos.
Veamos por qué no deberías hacerles daño.
Las arañas: siempre de guardia en las esquinas para evitarte picaduras
En la canción “El Bosque de tu Alegría”, de su disco Arena en los bolsillos, canta Manolo García que:
“Aprendí a tolerar la presencia necesaria de las arañas.”
Y eso es lo que debemos hacer todos. No hace falta que te gusten, aunque la verdad es que son seres fascinantes con una estructura alienígena. Quizá por eso generan tanto rechazo, con tantas patas y tantos ojos, siempre esperando con sus trampas. Rara vez se asocia el concepto “araña” a algo positivo, salvo con Spiderman.
Pero, ¿de qué se alimentan las arañas? Moscas, mosquitos, y en general cualquier insecto que pase cerca de ellas. Para eso es la tela: para capturar insectos voladores. De los que sí que nos molestan y nos pican.
Las arañas, a nosotros, no nos hacen nada si las dejamos tranquilas. Y a ver, que no vivimos en Australia, las arañas de nuestras casas no son tarántulas de un palmo, son arañinas que rara vez pasan del centímetro. Entonces, ¿por qué destruir cada tela que veamos y soltarle un zapatazo a cada araña que cometa la imprudencia de asomar cuando pasamos? ¡Le facilitamos la entrada a los mosquitos!
Las salamanquesas y el falso culpable de comerse la ropa
De los dragoncitos o salamanquesas se dicen muchas cosas: que son venenosas, que son peligrosas, y nuestras abuelas incluso estaban convencidas de que se comían la ropa.
Bien, lo cierto es que la salamanquesa común ni es venenosa ni tiene nada de peligroso. Es un reptil clásico del Mediterráneo y en especial de la Península Ibérica, y su dieta es muy parecida a la de las arañas: moscas, mosquitos, hormigas… y también polillas.
De hecho, a las salamanquesas les encantan las polillas. Tanto, que en el pasado (con aislamientos mucho peores), era habitual que las salamanquesas se colaran dentro de casa, y dentro de los armarios, para darse un banquete de polillas de la ropa que, ellas sí, tienen la capacidad de devorar el tejido.
Así, cuando alguien abría un armario y encontraba una salamanquesa dentro, y veía la ropa agujereada, creía que era el reptil el que se la había comido. Como cuando al protagonista de la peli le pilla la poli cuando intenta reanimar a su amigo asesinado, y creen que lo ha matado él. ¡Así engordaron su mala fama, las pobres salamanquesas!
Un equilibrio razonable entre la limpieza y el control biológico de plagas
No te diremos que dejes la casa llena de telarañas, ni que le crees un nidito en el armario a una familia de salamanquesas. Solo decimos que no hace falta matarlos nada más verlo, que no pasa nada por tener alguna araña en casa o alguna telaraña en una esquina alta de la buhardilla, que no pasa nada si se cuela un dragoncito en casa, y que si los tienes en el jardín, balcón o terraza, tienes una bendición.
Porque lo que tienes son dos criaturas que, sin hacer ruido, se están comiendo cada noche decenas y centenares de insectos, entre ellos muchos de los mosquitos que entrarían en casa a picarte, o cualquier otro bicho molesto.
¿No te parece buena razón para dejar vivir a salamanquesas y arañas? Con esto, y eligiendo las plantas repelentes de insectos adecuadas, podrías hacer de tu casa un lugar casi libre de mosquitos y demás molestias, échale un ojo a estos artículos si quieres ir levantando tus defensas: