El lenguaje es una herramienta fascinante que utilizamos todos los días sin pensar demasiado. Pero, si nos paramos un momento a reflexionar, veremos que las palabras que utilizamos tienen historias curiosas detrás. Seguramente no lo sabías, pero resulta que muchas palabras castellanas tienen raíces bien catalanas y ¡no te lo esperas! En La Tumbona de ElNacional.cat nos ha entrado la curiosidad, hemos olfateado un poco, y hemos encontrado un montón. En este artículo, te traemos una recopilación de 10 palabras en castellano que, aunque no lo parezca a primera vista, tienen sus raíces en el catalán.

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Palabras en castellano con origen catalan

Alioli

Una de las más evidentes de esta colección es el alioli, que es “all i oli”. En algunas zonas de España, como Aragón, es habitual el término ajoaceite para nombrar a la misma receta (que, en puridad, no lleva huevo, solo ajo y aceite), pero la sonoridad del “alioli” catalán le ha dado la hegemonía lingüística.

Lo que nos lleva a pensar que quizá, en el futuro, ¡pantumaca esté totalmente aceptado y extendido!

Añorar

La nostalgia es catalana, aunque su madre es latina. Ignorare significaba “no saber dónde está algo o alguien”. En castellano, esa palabra dio lugar a ignorar, pero en catalán también dio pie al uso enyorar, que tenía el mismo significado, pero con un matiz: no sabías dónde estaba algo o alguien y te daba pena no saberlo. De ahí la añoranza castellana.

Bandolero

Este es uno de los giros más graciosos, porque bandolero es una palabra de ida y vuelta. La palabra bando (en el sentido de facción o grupo, no de edicto) apareció primero en castellano, y provenía del gótico bandwo, que significa “bandera” o “emblema”. De ahí pasó al catalán como bàndol. Y aquí extendimos el término a todos los que formaban parte de uno de esos bandos como “bandoler”, que luego adoptaron los castellanos con lógica naturalidad.

Borracho

Los romanos se emborrachaban tanto como cualquiera, pero la ebrietas no da lugar a una borrachera. ¿De dónde viene el término, entonces? Pues de un término catalán para nombrar una redoma: morratxa. Por deformación, o intencionadamente al cambiarle la M inicial por una B de Botella, la bota de vino era la borratxa, y el que se amorraba a ella, el borratxo, y de ahí un término tan extendido hoy.

Cantimplora

Quizá una de las mejores aportaciones del catalán, la más poética, pues la palabra para designar este recipiente de viaje nace de dos conceptos asociados: se dice que canta (por el sonido que hace el agua al moverse en su interior y al salir) y llora (al verter esa agua en tu boca), por lo que “canta i plora” = cantimplora.

Capicúa

Palíndromo suena realmente culto, es una palabra que personalmente nos encanta, pero los catalanes hicimos aquí lo que suelen hacer los ingleses: aprovechar la brevedad de algunas palabras para crear palabras nuevas.

Así, “cabeza-y-cola” no parece la mejor alternativa para un palíndromo, es decir, un número o palabras que se leen igual desde el principio o desde el final, o del derecho y del revés. Pero capicúa, como alioli, es tan rápida y fluye tan bien que ha hecho fortuna en la lengua vecina.

Faena

En castellano, el “trabajo” viene de la palabra latina tripalium, una herramienta con tres palos con los que les pegaba palizas a los esclavos.

Pero en latín existía también el término faciendus, que era "lo que estaba por hacerse", cuyo nominativo femenino era facienda, de donde los catalanes acabamos sacando faena para indicar eso mismo: lo que estaba por hacer.

Lo curioso es que esa faena pasó al castellano tal cual… ¡y en catalán siguió cambiando para convertirse en feina!

Guante

Los romanos no usaban guantes y no tenían un término para describirlos, pero los germanos, que vivían en entornos más fríos, sí, y los llaman wantus. Así, esos germanos fueron dejando variantes en los países e idiomas por donde pasaban: want, guanto… y del francés gant pasó al catalán como guant. ¡Y de ahí al castellano como guante!

Quijote

Una de nuestras favoritas. No deja de tener gracia que la palabra que da nombre al personaje icónico de la lengua castellana, Don Quijote, tenga origen catalán: viene del cuixot, que era la pieza de la armadura que guardaba el muslo.

Trébol

La planta que conocemos con este nombre ya fue nombrada en griego clásico, y los romanos la adoptaron como trifolium, “tres hojas”. Hacia el siglo XV, en catalán ya existía el término trevoll para designarla, y en el Diccionario de la Real Academia Española se incorporó en 1739 ya como trébol, indicando su origen catalán.

¿Qué te parecen todas estas aportaciones? Los diccionarios etimológicos siempre guardan sorpresas en su interior, ya que las palabras viajan mucho más que las personas que las pronuncian... y también cambian más. ¿Cuál es tu favorita de estas 10?