Los catalanes tenemos fama de secos y tiesos, gente tacañona. Si nos vamos de tapas, mejor pagar a medias, cada uno lo suyo, que ir invitando cada uno a una ronda. Si vienes a vivir aquí, te costará entrar en los círculos íntimos, etc. En fin, todo lo que se suele decir, y que piensan incluso los extranjeros, que a veces quedan un poco hasta el gorro de nosotros:

😤 4 cosas que los turistas odian de los catalanes

 

Pero, ¿sabías que hay formas de llegar a nuestro corazoncito por la vía rápida? Hoy, en exclusiva para ElNacional.cat, en La Tumbona te explicamos los 3 puntos débiles de los catalanes, las tres brechas por las que cualquiera puede conquistarnos para siempre.

Debilidad 1: Un poquito de respeto, una chispa de cariño

Los catalanes solemos caer mal, así en general. En las encuestas del CIS no solemos ser los más queridos, y no es cosa del Procés, que venía de mucho antes. Y la opinión del resto sobre el catalán suele ser “vaya molestia de idioma que se interpone en la facilidad del castellano-que-nos-dimos-entre-todos”, y lo de “con el español vas por medio mundo y con el catalán vas hasta Vic”.

Es a lo que estamos acostumbrados, hasta el punto que cuando le caemos (tú y yo, personalmente) bien a alguien, alguna que otra vez hemos oído la bienintencionada pero chunga frase “no pareces catalán”. Así que cuando alguien nos trata con un poquito de cariño, nos tiemblan las piernas. Ver que alguien hace el esfuerzo de aprender cuatro palabras en catalán, o que dice algo bonico de los catalanes (más allá del “qué trabajadores”, “hacen cosas” o “qué bonita la Sagrada Familia”) es como sorprendente y se derrite la capa de hielo que envuelve nuestro corazoncito.

Haz la prueba, verás que en este sentido somos facilones

Debilidad 2: La caca

A los catalanes nos encanta la caca. En serio, quizá no lo parece a primera vista, pero fíjate. La caca y el culo están presentes en todo el folk catalán. Recordemos que tenemos una canción popular que dice (disculpen lo mal que rima en castellano):

“La mierda de la montaña no huele mal, aunque la remuevas con un bastón”

Para decorar los belenes la gente pone unos soldados romanos y algunos pastores, pero a los catalanes se nos ha ocurrido que esos pastores debían hacer lo que hacen los pastores en la vida real cuando están todo el día en el campo: cagar al aire libre. Así que creamos la figura del caganer, y en todo belén catalán hay siempre alguien cagando cerca del niño Jesús. De hecho, hoy nadie es famoso en Catalunya si no tiene su propia figura del caganer vendiéndose en las paraditas navideñas.

Pero por si eso no fuera suficiente caca, los catalanes le hemos añadido una dosis extra a la Navidad con la delirante tradición de “hacer cagar el Tió”: cogemos un tronco con ojos y boca, le alimentamos con pieles de mandarina y otras basuras, y el día de Navidad le pegamos una paliza, atizándole los riñones con un palo, gritándole que nos cague regalos.

Y, en fin, la caca está muy presente en la música catalana. Puede que creas que nos definen Pau Casals y Serrat, pero en realidad nos definen mucho mejor La Trinca

Albert Pla

…o incluso Triquell, que lame un váter y se limpia el culo en su alucinante videoclip del temazo CBD Espardenyes:

O sea que ya lo sabes: si quieres ganarte a un catalán, hazle chistes con pedos, cacas y culos o explica cualquier anécdota al respecto. Tendréis tema de conversación enseguida y la cosa fluirá.

Debilidad 3: El arroz

Os hemos estado engañando durante toda la vida. Que si el pan con tomate, que si los calçots… pero lo que más nos gusta es el arroz. En serio, no es cosa solo de nuestros hermanos valencianos, la última encuesta del CEO lo indica con claridad: el 21% de los encuestados respondió que los arroces y paellas eran su plato favorito, venciendo con diferencia a la pasta, los entrantes, las carnes, las verduras, o la sopa, que solo mencionó el 9%, aunque luego se nos llene mucho la boca con la escudella.

O sea que si quieres enamorar a un catalán cualquiera, tienes un plan perfectamente trazado: llévatelo a un restaurante, pedid un arroz, hablad de algo de caca, y dile algo en catalán. Te recomendamos que invites tú, por si acaso es de los tacaños. Y, sobre todo, no digas nunca lo de “no pareces catalán”. Y ya está, habrás atacado sus 3 (o más) debilidades, y será tu amigo, o incluso tu amante, para siempre. ¡Enhorabuena!