Imagina que hace semanas que intercambias mensajes con alguien, compartiendo risas y secretos, y de repente... silencio absoluto. Esta persona desaparece, sin ninguna explicación, como un fantasma. Este fenómeno, conocido como ghosting, se ha convertido en una experiencia común a la era digital tanto en el ámbito romántico como en la amistad, pero, ¿qué dice la psicología sobre por qué pasa y por qué algunas personas lo practican y otras no?

Un estudio reciente, publicado por la psicóloga Gilad Freedman, analiza este comportamiento desde una perspectiva fascinante: nuestras creencias sobre cómo funcionan las relaciones. Según el estudio, el ghosting no es solo una cuestión de mala educación o falta de empatía, sino que puede estar conectado profundamente con cómo percibimos la naturaleza de las relaciones humanas.

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Creer en el destino y su relación con el ghosting

El estudio sobre el ghosting llevado a cabo por una psicóloga analiza el fenómeno desde una perspectiva inédita: lo hace fijándose en si las personas creen que una relación prospera más o menos por cuestiones relacionadas con el destino o si creen que el éxito de una relación tiene más que ver con el hecho de trabajarla y crecer emocionalmente juntos. Es decir, la premisa de esta psicóloga es que las creencias en el destino y las creencias al crecimiento personal sobre las relaciones influyen a la hora de hacer ghosting, o no.

Así, según este trabajo, publicado en el Journal of Social and Personal Relationships, las personas que creen en el destino tienden a pensar que las relaciones están predestinadas a funcionar o no. Por ello, si una conexión no fluye naturalmente, consideran que no era la persona indicada, y deciden acabarla rápidamente, incluso a través del ghosting. Les parece la solución más lógica.

Por otra parte, los que tienen una mentalidad de crecimiento, consideran que las relaciones requieren esfuerzo y tiempo para desarrollarse. Estas personas suelen preferir enfrentar las dificultades de manera directa, comunicándose con la otra persona, aunque eso implique conversaciones incómodas.

¿Por qué alguien escoge hacer ghosting?

El estudio de Freedman encontró que las personas con una fuerte creencia en el destino son más propensas a justificar la práctica del ghosting. Para ellas, este método no es solo aceptable, sino que consideran que es una manera de evitar confrontaciones que consideran innecesarias. Si sienten que una relación no va a ningún sitio, no ven el sentido de prolongar el contacto y ven el ghosting como una práctica adecuada para acabar con la relación. Esta práctica, sin embargo, puede tener un impacto emocional devastador para quien lo sufre. La falta de cierre o las explicaciones pueden generar una sensación de rechazo, confusión y pérdida de autoestima.

En contraste, según la investigación, los que creen en el crecimiento tienen más probabilidades de rechazar el ghosting como una opción válida. Para estas personas, el respeto y la comunicación son esenciales, incluso cuando una relación está destinada a acabar.

¿Qué podemos aprender sobre esta dimensión psicológica del ghosting? Entender el ghosting desde esta perspectiva psicológica nos ayuda a verlo como alguna cosa más que una actitud despreocupada o irrespetuosa y nos puede ayudar a relativizar la importancia de este comportamiento cuando lo sufrimos. Podemos recordarnos, en caso de sufrir uno de estos comportamientos, que el problema no tiene que ver con nosotros, sino que se trata de una mala praxis de personas que abordan sus relaciones según sus creencias y experiencias previas. Eso sí, no podemos justificar a las personas para hacer ghosting: puede parecer una manera sencilla de evitar el conflicto, pero las consecuencias emocionales para quien lo experimentan no se tienen que subestimar. Más vale alejarnos de este tipo de personas que ejercen estas prácticas y relacionarnos con las que compartan valores similares a los nuestros sobre la comunicación y el respeto.