Tiene ocho años y se llama Dana. Cuando le expliqué lo que había pasado en el País Valencià me miró con unos ojos muy tristes. "¿Mamá, por qué le han puesto mi nombre a esta cosa tan horrible que ha matado a tantas personas?", me preguntó. Le expliqué que cuando ella nació, a la DANA (acrónimo, como todos sabemos, de "Depresión Aislada en Niveles Altos"), se la conocía más bien como "gota fría" y que el uso del término DANA para designar estos episodios meteorológicos no era extendido.
⛈️ Fin de la alerta por la DANA en Catalunya
Se da el caso que Dana, la Dana niña, está enamorada del País Valencià y, en especial, de la Albufera, que ha sido devastada por el temporal. Se da el caso que la yaya de Dana, la Dana niña, vive en el Deltebre, lugar al que ella acostumbra a ir a pasear entre sus arrozales y a hacer castillos de arena en sus playas infinitas, población que durante los últimos días ha recibido alerta tras alerta de peligro por la llegada de una DANA. El nombre de Dana tiene origen hebreo, y significa 'la que juzga o la que es buena juzgando'. A Dana, Dana niña, este nombre le viene ni que pintado: no encuentra justo que "Dana" esté tan negativamente relacionado con lugares y con personas a las que ama tanto. Según los registros oficiales de nombres, existen 2.271 personas en el estado Espanyol y 788 en Catalunya que se llaman Dana y que, durante las últimas semanas, han visto con horror cómo sus nombres acompañaban titulares y fotografías de escenas terribles.
¿Por qué los huracanes también llevan nombre de persona?
Explica el Centro de Terminología Termcat que la expresión depresión aislada en niveles altos o DANA fue acuñada por la Agencia Estatal de Meteorología española para evitar los usos inadecuados de gota fría en la lengua general, en la que se identificaba este término con grandes aguaceros en la zona mediterránea. También explican que la extensión de la sigla DANA podría tener que ver con un cierto homenaje al meteorólogo Francisco García Dana. En cualquier caso, en las últimas semanas hemos visto cómo la expresión DANA se empieza a utilizar como forma lexicalizada. Y por eso encontramos titulares en la prensa como "Llega la DANA en Catalunya" o "La Dana deja 217 muertos en el País Valencià".
El hecho de poner nombres de personas a los acontecimientos meteorológicos no es nuevo. Existe un sistema establecido por la Organización Meteorológica Mundial (OMM) que consiste en poner nombres a los huracanes para simplificar la comunicación durante las emergencias y para evitar confusiones, especialmente en situaciones críticas donde una respuesta rápida puede salvar vidas. El uso de nombres es más efectivo que números o coordenadas, ya que es más fácil de recordar y reconocer, sobre todo cuando los medios de comunicación informan sobre tormentas que pueden afectar a varias regiones. Así, los nombres de los huracanes se encuentran en listas predefinidas que se alternan entre masculinos y femeninos y que se repiten cada seis años. Este sistema empezó con nombres exclusivamente femeninos, pero desde 1979 se introdujeron también nombres masculinos para hacerlo más equitativo. Las listas son específicas para diferentes regiones del mundo, como el Atlántico, el Pacífico Oriental y otras zonas donde se forman estos fenómenos meteorológicos.
Aun así, un aspecto que puede sorprender es que los huracanes más devastadores pueden cambiar de nombre. Cuando un huracán provoca una destrucción significativa o pérdidas humanas importantes, su nombre se retira de la lista por respeto a las víctimas y para evitar connotaciones negativas en el futuro.
El proceso para retirar un nombre se lleva a cabo mediante una reunión del OMM, donde los países afectados pueden proponer la retirada si consideran que el impacto ha sido lo bastante devastador. En estos casos, el nombre retirado se sustituye por otro que empiece con la misma letra, siguiendo el orden alfabético de la lista.
Es interesante destacar que, además de facilitar la comunicación, los nombres también pueden influir en la percepción pública del peligro de una tormenta. Algunos estudios han mostrado que la gente tiende a subestimar la amenaza de un huracán con un nombre "más suave" o "femenino", cosa que puede afectar a la preparación de la población. Por este motivo, es esencial no confiar en el nombre, sino en la información técnica y las alertas emitidas por los expertos.