Ir de viaje es emocionante y divertido. Ir de viaje con niños también, aunque es distinto, hay cosas que ya no puedes hacer, y debes planificar todo mejor. Ir de viaje con un o una adolescente… pues puede ser la cosa más maravillosa del mundo, o una pesadilla infernal. Depende de muchos factores, y no todos los puedes controlar tú. Pero algunos sí. Veamos cómo puedes facilitarle las cosas al planificar viajes con adolescentes.

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No se lo des hecho: que participe

De peque le encantaba viajar contigo y, claro, te seguía a donde tú le dijeras. Pero ahora ya no es tan peque, y lo mismo el sitio al que deseas ir no le apetece en absoluto.

Cuando los hijos son ya adolescentes, lo suyo es incorporarlos paulatinamente a la vida adulta haciéndoles partícipes. Así que habla con él o ella (o ellos si son varios) y acordad el viaje. Mira a ver a dónde le gusta, buscad puntos en común, y construid a partir de ahí. Será la mejor manera de comenzar.

El equipaje

Que se haga su maleta. Debería estar practicando con ello desde pequeño/a, pero ya no hay excusa. Eso sí, luego han de pasar por detrás los progenitores para comprobar que no se deja nada indispensable, etc. Pero ten en cuenta que:

  • Llevará un montón de mandangas inútiles o piezas de ropa excesivas que no va a necesitar.
  • Está bien que se lo lleve siempre que a) no exceda el peso permitido en el avión, y b) no sea algo realmente absurdo.

Al final se trata de encontrar un equilibrio entre la maleta que le harías tú, y la que se haría el adolescente. Y sin peleas en el proceso, mejor.

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Parte del proceso de crecer es aprender a hacerse una maleta en condiciones. Imagen: Azgek.

Música y aislamiento

Se va a poner música. Ya lo sabes. A veces te sentirás viajando al lado de un ser ajeno a la humanidad. Con sus airpods, su mirada perdida, quizá su tarareo… lo hace en el coche, y lo va a hacer durante el viaje, así que no te lo tomes como algo personal y déjalo correr. A menos, claro, que esté con los airpods en mitad de una visita guiada, por ejemplo, en cuyo caso lo que se va a ganar es una buena bronca, sin discusión.

El tipo de viaje

Los viajes con adolescentes no son los viajes que hacías solo/a o con tu pareja, con cenas románticas, horarios apretados para estar en la cola del museo antes de que pongan las calles.

Tampoco son los viajes que hacías cuando los ahora adolescentes eran peques. Aquello era más relajado de horarios, más cansado de moverse, y si había algo de animales ibas seguro.

Los viajes con adolescentes son una incógnita, porque cada adolescente es un universo en un completo caos. A lo mejor tienes a un friki de la historia que se patea todos los museos a las 8 de la mañana. A lo mejor tienes un joven retraído que se pone la capucha y no muestra interés por nada, hasta que buscas algo excitante que no se espere (como un parque de atracciones en el destino, algo que nunca suele hacerse).

Adáptate y no te frustres. Es lo que hay.

Y mentalízate de que, en general, todos los adolescentes son unos dormilones, y si quieres forzarles días de madrugar, está bien que algún otro día les dejes dormir un poco más.

Las fotos

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Desde que existen los teléfonos con cámara, los viajes con adolescentes son a menudo viajes fotográficos full-time. Imagen: Antonio Gravante.

Puede que no quiera hacerse ninguna foto. Al menos, no con sus padres, ¡es demasiado mayor para hacerse fotos con los papis! Al final hay que obligarles porque si no no quedará registro alguno de que estabais en el mismo sitio al mismo tiempo, pero posiblemente ponga esa cara de muerte en vida de “vaya suplicio que es estar aquí de vacaciones”.

En este caso, de nuevo, adáptate: es lo que hay. Ya le pasará y volverá a poner caras normales.

O puede que sea todo lo contrario y que, de hecho, no te deje vivir porque todo el rato se está haciendo fotos: delante de aquí, delante de allá, poniendo su cara más varonil, sus morritos más atractivos, selfie aquí, selfie allá…

En este otro caso (quizá te sorprenda lo que vamos a decir) adáptate: es lo que hay. Simplemente, vigila que no haga ninguna tontería peligrosa para conseguir una foto molona que le gane unos cuantos likes.

 

Con los adolescentes uno nunca sabe por dónde le pueden salir, forma parte de la maravillosa aventura de criar. Pero al final solo son nuestros hijos en una etapa complicada de cambios. Y a veces uno solo puede respirar hondo, pero al final son manejables. Adaptarse en vez de imponer, ser flexible en lugar de rígido, negociar y prever y enredar en vez de confrontar… aplica esto a todos los detalles, y verás cómo los viajes con adolescentes mejoran una barbaridad.