La gralla es mucho más que un instrumento; es la voz de la tierra, el latido sonoro de los castells y un símbolo profundamente arelado a la cultura catalana. Cuando empieza a sonar en una plaza, los corazones se aceleran y el aire se impregna de una emoción colectiva que traspasa generaciones. Su sonido agudo y vibrante marca el ritmo del ascenso de los castells, acompaña su esfuerzo y culmina con el toque de celebración cuando se llega a la cima. ¿Pero, de dónde viene este instrumento que hoy es inseparable de nuestras tradiciones? Para entender su importancia, hay que remontarnos a sus orígenes y seguir el camino hasta convertirse en un elemento esencial de la identidad catalana.

La gralla es un instrumento de viento de la familia de los aerófonos, similar al oboe, que se ha vuelto emblemático en la música tradicional catalana. Su presencia es esencial en varias manifestaciones culturales, como los castells, los gegants y otras expresiones festivas. A pesar de su relevancia actual, el origen de la gralla es incierto y ha generado varias hipótesis a lo largo del tiempo.

Varios expertos han propuesto teorías sobre el origen de la gralla. Algunos folcloristas sugieren que el instrumento podría haber sido introducido en la península Ibérica por los árabes durante su estancia en la región. Esta teoría se basa en la similitud de la gralla con otros instrumentos de doble caña presentes en culturas del Oriente Próximo, tal como explica el musicólogo y grallero Francesc Rius. Otros investigadores apuntan a una posible influencia de la cultura grecolatina, considerando que instrumentos similares podrían haber existido en la antigüedad clásica. Una tercera hipótesis plantea que la gralla llegó a Catalunya a través de Provença u Occitània, regiones con una rica tradición musical que podrían haber transmitido instrumentos parecidos.

Dani Carbonell, apasionado por los instrumentos de doble caña, miembro fundador del grupo de gralleros Els Ganxets y fundador del Aula de Sons, la escuela de música tradicional de Reus, es probablemente una de las personas que mejor conoce la gralla, y destaca que el instrumento ha vivido distintas épocas y hay grallas de distintos tipos."Ahora tenemos la gralla seca, la gralla de dos claves, más estilizada y la gralla baja...", indica en una entrevista en Catalunya Ràdio. Según Carbonell, es probable que el instrumento haya experimentado una evolución a lo largo de los siglos, incorporando influencias de varias culturas.

La época de oro de la gralla

Las primeras referencias documentales de la gralla fechan del año 1715. Durante el siglo XVIII, la gralla se consolidó como un instrumento esencial en varias manifestaciones folclóricas de la Catalunya Nova, especialmente en el Camp de Tarragona, el Penedès y el Garraf. Esta época es conocida como la "época de oro de la gralla", durante la cual el instrumento acompañó bailes populares como las mojigangas, los bailes de gitanas y el baile de valencianos.

Con la evolución del baile de valencianos hacia los actuales castells, la gralla se convirtió en el acompañamiento musical imprescindible de estas construcciones humanas. El "toc de castells" que interpretan los gralleros es fundamental para marcar los diferentes momentos de la actuación castellera, como el inicio, la aleta y el momento que se descarga el castell.

Durante el siglo XIX, las formaciones de gralleros experimentaron cambios significativos. Se pasó de gralleros solitarios o dúos a grupos más numerosos, con tres o cuatro gralles y uno o dos timbales. Esta ampliación permitió enriquecer el repertorio y la complejidad de las interpretaciones, consolidando la gralla como un instrumento central en las fiestas populares.

Decadencia y revitalización de la gralla

Al principio del siglo XX, la gralla empezó un periodo de decadencia. Factores como la aparición de nuevos ritmos y formaciones musicales provenientes de Europa y América, así como cambios en las preferencias del público, desplazaron la música de gralles. Además, la llegada de pianos de manubrio, que permitían a una sola persona ofrecer largas sesiones de baile, redujo la demanda de grupos de gralleros. No obstante, a partir de la década de 1950, se iniciaron esfuerzos por recuperar la tradición de la gralla. Un ejemplo destacado es la creación de la Escola de Grallers de Sitges el año 1952, que impulsó un nuevo modelo de aprendizaje del instrumento. Durante las décadas siguientes, varias iniciativas contribuyeron a la revitalización de la gralla, incluyendo la reparación de instrumentos antiguos, la construcción de nuevos modelos y la formación de nuevos grupos de gralleros.

Hoy día, la gralla vive un momento álgido comparable a su época de oro. Han surgido numerosos grupos de gralleros, tanto profesionales como amateurs, y el instrumento se ha integrado en varias formaciones musicales que exploran nuevos estilos como el rock, la rumba y el jazz. Además, se han recuperado modelos antiguos de gralles y se han creado de nuevos, ampliando las posibilidades sonoras del instrumento.

Estudiar gralla

En el ámbito pedagógico, la gralla ha alcanzado un reconocimiento institucional. Desde 2006, se puede estudiar como especialidad en la Escola Superior de Música de Catalunya (ESMUC), y otras escuelas de música tradicionales han incorporado la gralla en sus planes de estudio. En el 2014, la Generalitat estableció la ordenación curricular del grado profesional de gralla, consolidando así su presencia en la enseñanza musical formal. En conclusión, aunque el origen exacto de la gralla permanece incierto, su evolución y adaptación a lo largo de los siglos han consolidado este instrumento como una pieza clave de la cultura musical catalana. Su capacidad para reinventarse e integrarse en varias expresiones artísticas la han hecho pervivir hasta ahora!.