2024 será un año de urnas y armas. Las elecciones celebradas a más de 70 países –que actuarán como un test de estrés para el sistema democrático– y el impacto de la multiplicidad de conflictos que alimenta la inestabilidad global definirán un mundo en plena transición de poder con retrocesos humanitarios y de derechos fundamentales. Así lo han explicado en el CIDOB a la presentación de El Món el 2024. En este sentido, desde el think tank destacan que se acentúa la erosión de las normas internacionales vigentes y aumenta la imprevisibilidad. Así, este 2024 empieza totalmente abierto, marcado por un mundo cada vez más diverso y (des)ordenado, definido por alianzas e intereses cambiantes en cuestiones como la competición geopolítica, las transiciones verde y digital o la seguridad internacional. Si el 2023 ha sido un año conflictivo, en el 2024 parece que el protagonismo seguirá siendo de las armas y también de las urnas.

"Los procesos de elecciones, más o menos democráticos, encontrarán en el 2024 un momento de especial importancia", destacaba al director del CIDOB, Pol Morillas. De esta manera, resaltaba las elecciones en el Parlamento Europeo, pero también las de los EE.UU. Ponía énfasis en que el otro claro protagonista serán las armas. Por una parte, la guerra de Ucrania, que no parece que tenga que acabar pronto, y de la otra en Gaza. Eso sí, no son los únicos conflictos que hay en el mundo. "El 2023 ha sido uno de los años más conflictivos desde la Segunda Guerra Mundial, la violencia ha crecido en intensidad y potencia, y también ha aumentado la impunidad, una evolución clara que estamos viviendo en las últimas décadas", añadía Carme Colomina, investigadora sénior y coordinadora de la publicación. "La legislación internacional ha ido perdiendo peso, pero esta erosión de las normas internacionales se acelera y se ve más desafiada con este pulso que vive Netanyahu con Guterres, es un pulso a la legitimidad de las Naciones Unidas", reiteraba. También constataba que si hasta ahora la guerra de Ucrania mostraba unión entre los EE.UU. y la UE, ahora podría acabar con la rebaja de ayuda militar si los europeos no ocupan este espacio. Así, insistía en que este 2024 podría ser determinante en este contexto. Igual que el hecho de que 4.000 millones de personas vayan a las urnas en un año, aunque "la mayor parte votarán en sistemas híbridos o no democráticos". Colomina destacaba que habrá que poner el foco en la presencia de la inteligencia artificial en estos procesos electorales.

Gaza, el foco de la agenda política global

Si en el 2023 ha estado fuertemente marcado por la guerra de Ucrania, "la guerra de Gaza será el tema determinante en la agenda política global y región MENA", insistía Moussa Bourekba, investigador principal del Mediterráneo y Oriente Medio. "El riesgo de escalada es mucho más alto que un posible escenario donde se rebajen tensiones en intereses de los dos y habrá que ver también qué forma tomará la campaña militar de Israel". Y es que, por ahora, "Israel ha dicho que seguirá en Gaza hasta la erradicación de Hamás y muchos actores dicen de manera pública que hay que conseguir el aislamiento global de Israel". Bourekba explicaba también que cada vez se está poniendo más presión para que Israel pare las masacres. De esta manera, las dudas también vienen sobre qué pasará después y qué escenario habrá. El investigador aseguraba que el 2024 será, posiblemente, el año donde veremos eso y subrayaba que quedará patente el pulso entre Israel y los EE.UU. "El gobierno está aprovechando la guerra para acelerar la política de asentamiento ilegal y están dando armas a los colonos", insistía. Paralelamente, por el lado palestino nada hace pensar que se rebaje la violencia. Una violencia que se decía que no se veía desde la segunda intifada.

Efe

Bourekba detallaba, desde este punto de vista, que la Autoridad Palestina está en muerte cerebral y es "ilegítima a ojos palestinos, que lo consideran una herramienta de la ocupación". Y, por si no fuera suficiente, la popularidad de Hamás en Cisjordania no para de crecer desde la liberación de presos palestinos, tiene cada vez más apoyos y la popularidad es cada vez más alta. Tampoco se puede descartar que las tensiones entre Israel y Hizbulá, en el Líbano, vayan a más, y en mar Rojo, se está abriendo un nuevo foco de atención.

Elecciones y continuidad en Sudamérica

Anna Ayuso, investigadora sénior para América Latina comentaba que, después de las elecciones en Argentina, lo que viene ahora en el continente es continuidad. México, El Salvador, celebrarán elecciones sin demasiados cambios. La incógnita recae sobre Venezuela, que no se sabe exactamente qué pasará, pero ya se ha advertido que "no serán limpias". Y menos, claro está, tras la maniobra de la Guyana. Ayuso, destacaba, sin embargo, que el retorno de Lula en Brasil ha traído que el país volviera a ser el árbitro de la región. Ahora bien, resaltaba que "habrá una erosión de las democracias".

Nicolás Maduro, presidente de Venezuela / Efe

La investigadora ponía énfasis también que el acuerdo entre la UE y Mercosur no se ha conseguido firmar por razones proteccionistas europeas. De esta manera, puso el foco que, esta vez, ha sido por posicionamientos nacionalistas de los países de la UE que el acuerdo no ha prosperado.

La difícil elección de Taiwán

China verá reducido su crecimiento, tal como explicaba la investigadora del CIDOB por el Asia y política china, Inés Arco. En este sentido, el país tenía que hacer una gran recuperación y lo que pasará será una ralentización de la economía. Así, destacaba que habrá que ver el impacto que podría ser difícil y desigual y que será importante poner el foco en los países dependientes de China. Por otra parte, también comentaba que Sri Lanka y Taiwán tendrán elecciones. Y, precisamente, la campaña estará marcada por la manera de relacionarse con China. De entre tres candidatos, el país tendrá que escoger entre continuar como hasta ahora, con tensiones, o bien más diálogo y cooperación.

El presidente chino, Xi Jinping / Efe

Por otra parte, en términos de migración, Blanca Garcés, investigadora sénior en Migraciones del CIDOB, detallaba que el desbordamiento humanitario tiene que ver con un conflicto creciente y también con el desorden. En este sentido, ponía el foco en qué en los últimos años había habido 20 millones de desplazados. Las migraciones, se ha insistido, tienen que ver con las perspectivas desiguales y un mundo cada vez más desigual, al dibujar un mundo distópico y fuera de control, que contribuye a la narrativa del caos.