La tradicional neutralidad suiza, que empezó hace 200 años, está en pleno proceso de replanteamiento después de la conmoción estratégica que significa la invasión rusa de Ucrania. Los suizos son de los primeros que han visto que eso lo cambia todo, y que empieza un nuevo mundo. El Consejo Federal, que es el ejecutivo suizo, hace tiempo que empezó a estudiar qué cambios tendría que adoptar el país y los ha resumido finalmente en 5 opciones, que en realidad son tres porque la primera (neutralidad total) y la última (abandono de la neutralidad) están descartadas. Las que se podrían aplicar serían mantener el statu quo, la neutralidad cooperativa y la neutralidad ad hoc.
La vía del statu quo sería seguir como ahora, es decir, con una neutralidad que asume de vez en cuando contradicciones como ha sido el control de activos rusos a consecuencia de la guerra de Ucrania. La denominada neutralidad cooperativa sería una evolución de la cooperación en política de seguridad, pero en la práctica implica alinearse con el bloque europeo. Finalmente la neutralidad ad hoc significaría abandonar públicamente la neutralidad permanente, con una posición todavía más rupturista.
La discusión de esta cuestión tiene enormes repercusiones para Suiza, tanto para la actividad económica, con un gran peso del sector bancario, como para el modelo de ejército. A causa de la neutralidad, y por lo tanto con la no vinculación a la OTAN ni a ninguna fuerza supraestatal, el pequeño país se tiene que defender por sí mismo y tiene que dedicar muchos esfuerzos a su política de defensa. El resultado es una gran inversión económica y que queda vinculada prácticamente toda la población. Todos los suizos tienen que hacer a un servicio militar obligatorio de cuatro meses de formación, con un refresco anual hasta los 40 años de edad.
Para saber más del modelo de defensa suizo, podéis visionar este vídeo:
Una de las principales publicaciones suizas, la revista Le Temps, se ha mostrado a favor de estos cambios, y prevé que se puede producir "una ruptura histórica". "Al mostrar una neutralidad que nos vincula de forma inequívoca a un bloque [el europeo occidental], Suiza rompe con su historia. Y hace falta preguntarse por la necesidad de mantener lo que es una ficción en una Europa que nada tiene que ver con la Europa del siglo XX. Los vecinos ya no están en guerra entre ellos, sino que están unidos. La seguridad exterior ya no depende de nuestra política de neutralidad, sino de la Unión Europea. Si los suizos siguen profundamente unidos a la neutralidad, a diferencia de los suecos y los finlandeses, es de hecho por razones internas. Lo que está en juego es la imagen de su identidad, la de una neutralidad confesional, lingüística y cultural, que les garantiza la cohesión. Abandonar la neutralidad, se teme, significa asumir el riesgo de erosionar esta cohesión. Sin embargo, ante las convulsiones del mundo, ¿eso hasta cuando se puede justificar?", afirma.
La revista recuerda que, después del apoyo suizo al posicionamiento europeo y occidental sobre la guerra de Ucrania, Rusia ya no ve a Suiza neutral, y que lo mismo puede pasar con China.