Giro de último minuto para aterrizar un avión en una pista estrecha. Aplausos entre los viajeros. Se trata del Aeropuerto Internacional de Paro (PBH) de Bután, considerado por muchos como uno de los aeropuertos con los aterrizajes de avión más difíciles del mundo desde el punto de vista técnico. Para maniobrar en una pista corta entre dos montañas de 5.500 metros de altitud hacen falta conocimientos técnicos y nervios de acero. El aeropuerto y sus condiciones desafiadoras no han hecho más que aumentar el misterio que rodea el viaje a Bután, un reino del Himalaya con unos 800.000 habitantes.
Las difíciles condiciones del Aeropuerto de Paro
Las condiciones únicas para volar hacia y desde Paro hacen que los aviones jumbo no sean una opción. Pero para los fanáticos de la aviación, eso es parte del atractivo de visitar este curioso país. Una combinación de factores geográficos hace que Paro (y gran parte de Bután) sean visualmente impresionantes. También hacen que volar hacia y desde Paro sea una habilidad altamente especializada.
Paro es un aeropuerto de categoría C, cosa que significa que los pilotos tienen que tener una formación especial para volar. Tienen que hacer el aterrizaje ellos mismos de manera manual, sin radar. Por lo tanto, es fundamental que los pilotos conozcan el paisaje que rodea el aeropuerto: si lo alteran, aunque sea un centímetro, podrían aterrizar encima de casa de alguien.
Bután, que se encuentra entre China y la India, está compuesto más del 97% por montañas. Su capital, Timbu, está a 2.350 metros sobre el nivel del mar. Paro se encuentra un poco más abajo, a 2.230 metros. Pero las montañas y la altitud no son el único problema de este aeropuerto. El clima también tiene mucho que ver. Cualquiera que haya volado a Paro (desde Nueva Delhi, Bangkok, Katmandú o, a partir de octubre del 2024, Hanoi) probablemente haya tenido que levantarse muy pronto para tomar su vuelo. Eso es, tal y como aseguran varios artículos en la prensa, porque los funcionarios del aeropuerto prefieren que todos los aviones aterricen antes del mediodía para una seguridad óptima a causa de las fuertes condiciones del viento.
A pesar de esto, no es un problema tan grave durante los despegues, así que la mayoría son por la tarde. Vuelos nocturnos, sin embargo, no hay porque no hay radares, tampoco. En este sentido, se destaca que, parte del entrenamiento de un piloto no es solo saber volar: es saber cuándo no volar y ser capaz de tomar la decisión cuando no es un momento seguro para elevarse.
Tímida apertura al turismo
El montañoso y asilado reino ha apostado los últimos años por abrirse tímidamente, pero sigue firme en su voluntad de evitar el turismo masivo y preservar una identidad modelada, ante otras minorías. Algunos portales de turismo, como activeadventures.com, aseguran que Bután es un país muy seguro para visitar, el crimen es poco común, incluso el delito pequeño. El país no tiene semáforos, en cambio, hay vigilantes de tráfico y en los locales los encanta. Así, destacan también que la producción y venta de tabaco es ilegal, así como la caza y la pesca (excepto la captura y la liberación).