El mercado de Talpiot, en la ciudad hebrea de Haifa, al norte del país, es de parada obligatoria. Antes de la guerra no se podía pasar, de las multitudes de gente que se paseaba. Ahora, se pueden encontrar negocios cerrados y mesas vacías. Incluso, de uno de los locales más concurridos: Arabeska. Akram Abed explica en conversación con un grupo de periodistas que su restaurante fue uno de los primeros de la renovación del mercado de Talpiot. Abed, árabe y nativo de Haifa, abrió el restaurante con su chico Idan Maedev. El objetivo era conseguir que su madre, que había sido una de las primeras que tenía parada en el mercado, saliera de casa después de la muerte de su hermano. Abed quería ofrecer cosas de cocina árabe para que fueran accesibles para todo el mundo.

Se sienta con nosotros y constata que antes de la guerra no se habría podido sentar. Probamos infinidad de platos, todos extremadamente buenos, próximos y diferentes al mismo tiempo. La limonada, hecha en casa, también es exquisita. "Aquí había mucha gente, imposible parar. Ahora es diferente, la gente tiene miedo, sale menos". Antes del acuerdo de paz, que nada más ha entrado en vigor esta semana, los ataques a la ciudad de Haifa, en el norte de Israel, se habían intensificado. Cuando suenan las alarmas de advertencia, la población tiene un minuto exacto para correr hacia los refugios. "Ahora la gente utiliza mucho Wolt –una empresa de reparto a domicilio–, hemos cerrado por la noche. La gente está frustrada y entra en pánico, no sabe a dónde ir".

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Akram Abed, en su restaurante / L.P.

Abed es árabe y Maedev es judío, pero los dos sueño israelíes. Y sus trabajadores son desde drusos finos transexuales. Sin ningún tipo de distinción. "Esta es la sociedad donde quiero vivir". En este sentido, cuando abrieron el restaurante ahora hace cuatro años, lo que quería, por encima de todo, era devolver el color en el mercado, que había quedado abandonado. De hecho, son muchos los artículos que critican la situación del mercado. Edificios estropeados, dudosa distribución y promesas de inversiones que no llegan. Y, es que ahora, todo va destinado a la guerra. El mundo ha quedado un poco parado desde el 7 de octubre del 2023 en Israel. "La guerra influencia en todo el país, todo el mundo tiene miedo, ha bajado a la clientela. Ya os digo, en otra situación, no me habría podido sentar en esta mesa. La guerra ha influido, pero pasará".

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Comida del restaurante Arabeska / Anna Solé Sans

Preguntado por como vive la situación, responde: "Mal. El 7 de octubre traicionó a los ciudadanos. No podía pasar en un país como este. Desde el punto de vista personal, yo habría podido ser uno secuestrado". De esta manera, insiste en que los dos primeros meses sentía rabia y decepción. Ahora se siente traicionado. "Nos marchamos en tres meses", confesaba. "Nos marchamos por la guerra, oigo que el país nos ha traicionado". Detalla que él y su pareja se marchan a Alemania, concretamente en la ciudad de Heidelberg. La intención, explica, es abrir un restaurante allí.