Un complejo choque de intereses complica las relaciones entre los Estados Unidos y Rusia y pone fecha de caducidad a la paz en Europa. Tras una semana de reuniones bilaterales en Ginebra entre las partes implicadas en el conflicto de Ucrania, las negociaciones no han conseguido rebajar las tensiones que han alcanzado un nivel sin precedentes desde la caída de la URSS. A lo largo de las negociaciones, ni la OTAN ni Rusia han rechazado a ninguno de sus objetivos con el fin de llegar a un compromiso mutuo. Los norteamericanos y sus aliados han celebrado que las conversaciones están bien encaminadas, aunque también preparan nuevas sanciones económicas contra Rusia. Para el gabinete de Vladímir Putin, "el principal problema es que los EE. UU. y la OTAN no están dispuestos hacer ninguna concesión de ningún tipo" y se han negado a continuar las conversaciones con Occidente. En medio de este conflicto, permanecen en el aire otras cuestiones como el futuro de Ucrania y los negocios de la Unión Europea con los rusos.
Sin compromiso
El estallido de un conflicto bélico en la frontera entre Rusia y Ucrania parece inminente, a pesar de las promesas del Kremlin que no tienen planes para hacerlo. Este jueves, el viceministro de Exteriores ruso, Serguéi Riabkov, ha hecho una lectura pesimista de las reuniones delante de lo que ellos consideran que ha sido uno 'no' rotundo de Occidente a sus propuestas para rebajar las tensiones. Riabkov ha argumentado que "el principal problema es que los EE. UU. y la OTAN no están dispuestos hacer ninguna concesión de ninguna clase", añadiendo que tampoco han querido hablar de "garantías vinculantes sobre el no emplazamiento de sistemas (ofensivos) cerca de nuestras fronteras". Como ya llevaban avisando desde hacía días, los rusos no descartan replicar la situación límite de la crisis de los misiles cubanos de 1962 y desplegar armas en Cuba y Venezuela. Tal como ha adelantado Riabkov, esta será la primera y la última reunión bilateral con la OTAN.
Las demandas de Putin
Con la frontera ucraniana altamente militarizada, los rusos han exigido una serie de medidas para asegurar la convivencia en Europa y devolver a las posiciones de 1997, como ahora la desmilitarización del continente y confinar el despliegue de armas nucleares dentro de los límites de los países que las poseen. Por otra parte, la OTAN también tendría que retirar los misiles de corto y medio alcance de emplazamiento terrestre de las zonas donde podrían alcanzar objetivos en territorio ruso. Washington tampoco podría establecer bases militares en las antiguas repúblicas soviéticas y aquellos países que no sean miembros de la alianza atlántica, utilizar sus infraestructuras o establecer una cooperación militar con estos Estados. Además, con el fin de volver a la situación de 1997, la Alianza Atlántica tendría que retirar sus tropas y armamento de países miembros que comparten frontera con Rusia como Polonia, Lituania, Estonia y Letonia y rechazar ampliar su apoyo a Ucrania y Georgia.
Washington, "impenetrable"
La frontera en Ucrania sigue militarizada. Una vez concluidas las conversaciones, los EE. UU. han asegurado que quieren seguir negociando con Rusia y desescalar la situación. Sin embargo, el Senado norteamericano recibió ayer miércoles un proyecto ley para endurecer todavía más las sanciones contra Rusia en preparación de un ataque inminente. Pero eso supondría traspasar la línea roja de Putin, que ya avisó de que nuevas medidas económicas romperían definitivamente las relaciones con Occidente. De esta manera, un paso en falso de Joe Biden podría desencadenar en un conflicto bélico que el presidente preferiría evitar de todos modos.
La UE y el gas ruso
En medio de este caos de intereses, la Unión Europea cuenta con sus propios motivos para querer la paz en Ucrania. Y es que tal como ha explicado este jueves el Alto Representante de la UE de Asuntos Exteriores, Josep Borrell, la autorización para el gasoducto Nord Stream II, actualmente paralizado, entre Rusia y Alemania "está ligado a la situación militar en Ucrania". "No se puede imaginar que, por una parte, pensamos en imponer sanciones y, por otra parte, abrir una infraestructura", ha declarado Borrell en una rueda de prensa después de la reunión que los ministros de Defensa de la UE han celebrado hoy en Brest (Francia). El ministro europeo ha señalado que la Comisión Europea y el resto de instituciones comunitarias han mostrado su oposición a la infraestructura porque "no contribuye a la autonomía energética de Europa", pero que a pesar de eso, no pueden prohibir el gasoducto si cumple las normas, porque "estamos en una economía de mercado" y "la gente puede invertir su dinero como quiera para tener una recompensa".