Casi un año después del ataque del 7 de octubre de Hamás contra Israel que propició el inicio de la ofensiva en la Franja de Gaza, la temida guerra regional está cada vez más cerca. Después de haber asesinado al líder de Hizbulá, Israel centra ahora los esfuerzos en el Líbano, donde este jueves ha lanzado varios ataques sobre Beirut, mientras continúa con los bombardeos en Gaza y mantiene la tensión en el Oriente Próximo con la incógnita de cómo responderá al ataque con 180 misiles balísticos lanzado por Irán. De esta acción dependen en gran parte los acontecimientos futuros en la región y en el mundo, ya que se puede producir una escalada del conflicto en que se vean involucrados los Estados Unidos, principal aliado de Israel. Irán ha reiterado en los últimos días que no busca la guerra, y al mismo tiempo ha advertido que un nuevo ataque israelí tendrá una respuesta mucho más grave que la anterior.
En este sentido, la misión de Irán a las Naciones Unidas ha señalado este jueves en un comunicado recogido por el New York Times que la hipotética respuesta a un contraataque irá "únicamente dirigida contra el agresor". Y así, ha aprovechado para lanzar un mensaje amenazador a los Estados Unidos: "Si cualquier país presta asistencia al agresor, se considerará cómplice y un objetivo legítimos". Además, grupos armados de lo Iraq bajo apoyo iraní advirtieron este miércoles en un comunicado recogido por Reuters que "si los americanos intervienen en acciones hostiles" contra Irán, o si Israel "utiliza el espacio aéreo iraquí" para llevar a cabo operaciones contra Teherán, "las bases americanas en Iraq se convertirán en objetivos".
EE.UU. e Israel debaten atacar las instalaciones petroleras de Irán
El ataque con misiles de Irán, a pesar de no haber provocado daños importantes en Israel, que interceptó la mayoría de los artefactos con la ayuda de los Estados Unidos, no tiene precedentes en su intensidad. Un oficial retirado del ejército israelí, ha planteado en declaraciones en la CNN la decisión de Israel con una pregunta: "¿Tiene que responder a la intención o a los resultados?" De entre todas las posibilidades que Israel tiene sobre la mesa, lo más sencillo sería hacer un ataque similar, dirigido en bases militares e infraestructuras de los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria de Irán. En el otro extremo, la opción más fuerte —y arriesgada, en términos de escalada del conflicto— es la de atacar instalaciones nucleares.
El presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, se mostró contrario a atacar infraestructura nuclear, e instó a Israel a escoger una respuesta "proporcionada". La opción intermedia sería a estas alturas la más probable, según ha confirmado el mismo Biden este jueves, cuando ha revelado en declaraciones a los periodistas que está debatiendo con Israel la posibilidad de atacar las instalaciones petroleras de Irán. Biden también ha confirmado que Israel no llevará a cabo ningún ataque este jueves, y ha insistido en que su administración no toma ninguna decisión en este conflicto y que se limita a "dar consejo". Un golpe destacado contra la infraestructura petrolera de Irán tendría consecuencias económicas para el país, hecho que podría contribuir a la desestabilización de la región. Sea como sea, está por ver la extensión de la influencia norteamericana sobre el ejecutivo de Benjamin Netanyahu, que ha desacreditado en más de una ocasión las pretensiones de los EE.UU. de rebajar la tensión. La analista de seguridad nacional, inteligencia y terrorismo Juliette Kayyem, apuntaba en declaraciones en la CNN que, desde el ataque del 7 de octubre, "la habilidad (de los EE.UU.) de controlar Israel en términos de estrategia militar ha sido limitada".