Más de 50.000 personas murieron y millones más se vieron desplazados cuando dos terremotos de magnitud 7,8 y 7,5 sacudieron la región sur de Turquía y el norte de Siria el 6 de febrero del año pasado. Las Naciones Unidas calcularon el coste de reconstrucción para la región en más de 100.000 millones de euros.
La ciudad de Antioquía, capital de la provincia de Hatay, fue una de las más afectadas en Turquía: casi el 80% de los edificios habrían sufrido daños irreparables. Tal como dice la CNN, fue una devastación "más allá de la imaginación", según Nicola Scaranaro de Foster + Partners, la firma de arquitectura que el mes pasado publicó su plan maestro no solo para reconstruir y revitalizar la ciudad, sino también para prepararla para el futuro contra terremotos, inundaciones y otros desastres naturales.
Es un objetivo que es más fácil de decir que de conseguir en una zona históricamente propensa a los terremotos, siendo el del año pasado, el séptimo que destruyó la ciudad desde su fundación en el siglo IV a.C., según habría detallado Scaranaro. La ciudad está situada al pie de la montaña Habib Neccar, en el valle del río Asi, y su proximidad al río significa que el impacto destructivo de los terremotos se ve agravado por un fenómeno denominado licuefacción del suelo, que hace que el suelo pierda su rigidez y actúe más como un líquido.
Las inundaciones, que se producen a lo largo de las orillas del río Asi, también suponen un peligro desde hace tiempo para los habitantes de la ciudad. En este sentido, tal como destaca la CNN, Foster + Partners estimó que más de 45.000 habitantes de una superficie de 2,5 millones de metros cuadrados corrían el riesgo de verse afectados por las inundaciones. Incluso antes del terremoto del año pasado, y que la probabilidad de que se produzcan incidentes no hará nada más que aumentar en medio de la crisis climática.
El objetivo del plan para la ciudad
Garantizar la resiliencia ante las dos amenazas recurrentes fue el centro de las consideraciones cuando, seis meses después del terremoto, la empresa recibió el encargo del Consejo de Diseño de Turquía (una organización no gubernamental) de liderar un consorcio internacional de equipos para desarrollar una estrategia para reconstruir la región. La arquitectura y el diseño de las calles actuarán, destaca un artículo de la cadena norteamericana, como primera línea de defensa contra el impacto de los terremotos, incluidos los edificios compactos que tendrían que resistir mejor la actividad sísmica que las grandes y alargadas estructuras en forma de L que salpicaban Antioquía anteriormente.
Las supermanzanas, inspiradas en las de Barcelona, promoverían zonas sin coches que garanticen múltiples rutas ante un desastre, tanto para los servicios de emergencia como para los residentes que quieran escaparse. Esta configuración también beneficia la calidad de vida, explica Scaranaro, ya que conduce a un tráfico menor (un gran cambio para una ciudad anteriormente dominada por los automóviles) y a una mayor cantidad de espacios urbanos verdes.
Los espacios verdes pueden tener un papel fundamental en la protección contra las inundaciones, ha destacado, y se han marcado importantes terrenos a lo largo del río para que no se pueda reconstruir. En cambio, las zonas de alto riesgo se llenarán con parques y una zona de amortiguación natural cuando los bancos se desborden y absorban el agua de las inundaciones.