El reciente asalto de seguidores extremistas de Donald Trump al Capitolio ha puesto en guardia al Bundestag alemán, y ha decidido reforzar su seguridad en previsión de un hipotético ataque de la extrema derecha y de los coronaescépticos. Las nuevas medidas se han empezado a aplicar desde hoy con un blindaje de todo el perímetro.
El edificio del Reichstag ya vivió escenas parecidas a las de EE.UU. el pasado mes de agosto, cuando unas 40.000 personas se concentraron delante poniendo en cuestión la realidad del coronavirus, y después unas 300 intentaron llegar al Parlamento. Entre los asistentes a la protesta había elementos de la extrema derecha. La policía alemana reprimió con contundencia la concentración, y evitó el asalto de los concentrados al legislativo alemán.
Las escenas, que evidenciaron fallos de seguridad en la sede del legislativo alemán, causaron una intensa polémica en Alemania por el simbolismo de un edificio histórico que ya incendiaron los nazis en 1933 para conseguir el poder.
El presidente del Bundestag, Wolfgang Schäuble, ha enviado una carta a los diputados indicando que ha pedido un informe al Ministerio de Asuntos Exteriores alemán sobre los incidentes de Washington "para aclarar con el gobierno federal y el Land de Berlín, las conclusiones que se deben extraer para asegurar la actividad del Parlamento".
Medios alemanes apuntan que la preocupación no es tanto la extrema derecha sino la capacidad de convocatoria que tienen las concentraciones de conspiranoicos y escépticos de la Covid, a las que se suman posteriormente los ultras. El presidente del Land de Baviera, Markus Söder, ha advertido en una entrevista en el diario Welt am Sonntag, que podría aparecer un grupo terrorista que ha definido como "Coronavirus-RAF", en alusión a la Baader-Meinhof de finales de los 60.
"Los pensamientos malos se convierten en palabras malas y, en algún momento, en hechos malos", ha indicado Markus Söder. El dirigente bávaro está preocupado por la agresividad creciente de la corriente, "que se podría volver violenta" y pide la intervención de la Oficina de protección de la Constitución, el servicio de inteligencia interno.
El movimiento conspiranoico sobre el coronavirus tiene su origen en Stuttgart, y desde allí se ha extendido por Alemania. El Land de Stuttgart, Baden-Württemberg, investiga en este sentido el grupo denominado Querdenken 711. Su fundador, el empresario Michael Ballweg, pone en duda de la existencia de la pandemia. Según fuentes del Land, el grupo tiene relación con el también extremista QAnon y movimientos de extrema derecha como el Reichsbürger (ciudadanos del Reich).