Hace tres semanas, cuando los talibanes tomaron Kabul una de las primeras declaraciones que hicieron después de su victoria rezaba: "Estamos comprometidos a respetar los derechos de la mujer bajo la Sharia". El portavoz del nuevo régimen talibán insistió en decir que las mujeres musulmanas serán "felices" de vivir bajo el marco de la Sharia". Aseguró que las mujeres podrán trabajar y estudiar" y serán "muy activas en la sociedad en el marco del Islam". Por ahora parece que podrán trabajar y estudiar, siempre que vayan extremadamente encorsetadas.
Los talibanes todavía no han presentado un Gobierno en firme, pero no han perdido ni un minuto al poner sus manos sobre las vidas de las afganas. Las nuevas medidas sobre cómo vestir a la universidad ya son una realidad para muchas mujeres en Afganistán. Los talibanes exigen que las estudiantes lleven una abaya negro junto con un niqab, el segundo tipo de velo que más cubre.
Los condicionantes a los cuales las mujeres se tienen que atener para poder ir a la facultad no acaban con la regida solo de vestimenta. Las alumnas tendrán que asistir a clase en aulas segregadas, que separan hombres y mujeres. Una televisión kurda ha difundido las imágenes de varias aulas universitarias, donde los hombres y las mujeres estaban separados de forma torpe con una cortina.
Régimen 2.0
Los talibanes vuelven a estar al frente del Afganistán desde 2001 y esta vez quieren mostrar en el mundo que han cambiado. La segunda edición del régimen talibán no quiere dar tanto miedo y los portavoces de los extremistas religiosos han repetido constantemente que las mujeres serán libre bajo su mandato. Una libertad con una larguísima lista de condiciones puede plantear la pregunta de si realmente hablamos de libertad.
Solo con el caso de la nueva normativa aprobada recientemente que fija las reglas para que las mujeres afganas asistan a la universidad ya se encuentran una buena lista de condiciones, sin las cuales su presencia en las aulas está restringida. En más de la segregación y de las imposiciones de vestimenta, los nuevos gobernantes de Afganistán han impuesto que las mujeres abandonen las aulas cinco minutos antes y también que se habiliten salas de espera para ellas en las facultades para impedir que se cruzen con los estudiantes hombres.
Todo responde a la misma fijación de los ultra-religiosos afganos, la cual hipersexualizan los cuerpos de las mujeres y les quieren esconder de los hombres cueste lo que cueste. Para los hombres, sin embargo, no hay medidas, ni sacrificios, ni limitaciones.