En Austria se celebran este domingo elecciones parlamentarias, a las que están convocados 6,34 millones de ciudadanos con derecho a voto para elegir los 183 diputados que decidirán el rumbo del país centroeuropeo. Según los sondeos, estos comicios podrían acabar por primera vez en la historia del país con una victoria de la extrema derecha, el Partido de la Libertad de Austria (FPÖ), que ya experimentó un auge en los pasados comicios europeos. Los primeros colegios electorales han abierto a las 06:00 h y los últimos en cerrar lo harán a las 17:00 h, para cuando se esperan las primeras proyecciones de los resultados.

Según las últimas encuestas, el FPÖ, con el exministro del Interior Herbert Kickl a la cabeza, cuenta una intención de voto del 26%, un punto porcentual más que los democristianos de ÖVP, ganadores de las elecciones de 2019 con un 37,5% y actualmente en el poder. Tercero en las encuestas va el partido socialdemócrata SPÖ, con un 21% de intención de voto, delante del partido liberal NEOS, con el 12%. Mientras, los Verdes ecologistas, socios del ÖVP en la actual coalición de Gobierno, alcanzarían un 8% de los votos, seis puntos porcentuales menos que hace cinco años.  A estas formaciones le siguen con un 3% el Partido Comunista y el Partido de la Cerveza (BIER) liderado este último por el cantante de una banda de punk-rock conocido como Marco Pogo, que se hizo por sorpresa con el 8% de los votos en las presidenciales y apuesta por crear una "birrocracia".

Inmigración, economía y desafección

La campaña electoral estuvo marcada primero por los mensajes nacionalistas, euroescépticos y xenófobos del FPÖ y luego por las graves riadas e inundaciones que devastaron la parte este del país. La gestión de ese desastre natural por parte del actual canciller federal, el conservador Karl Nehammer, le dio en la recta final de la campaña algo de fuerza, según los analistas. Así, el ÖVP parece haber recortado mucho la diferencia con el FPÖ, que había liderado los sondeos de opinión desde hace más de un año con hasta un 30 % de la intención de voto.

Herbert Kickl, que se encuentra al frente de uno de los partidos de extrema derecha más antiguos de Europa —estuvo en sus inicios encabezado por un antiguo oficial de las SS alemanas— e insiste en la importancia de lograr una "Austria fuerte", ha recalcado que el objetivo de las políticas del Gobierno debe ser el de impedir por completo el paso a la migración. Así, ha incidido en que existen acuerdos con los socialdemócratas respecto a las pensiones y "otras cuestiones sociales". Los ultras han apoyado su campaña en la desesperación, la desafección y los problemas económicos existentes. También se ha abordado la cuestión energética, dado que Austria depende del gas ruso.