A menos de tres meses de la primera vuelta de las elecciones presidenciales de Francia, la batalla por el liderazgo de la extrema derecha está más viva que nunca. Siempre se había reconocido nacional, e internacionalmente, a Marine Le Pen como la líder de la ultraderecha francesa, pero desde hace tiempo el candidato, todavía más ultra, Éric Zemmour, se ha convertido en su gran rival, que le disputa la pole position de la extrema derecha. Según los sondeos, Zemmour le pisa los talones a Le Pen. Con sólo un tres por ciento menos de los votos, el nuevo candidato ultra condenado por incitar al odio, sigue de muy cerca la radical identitaria de Agrupación Nacional. Le Pen se encuentra ante su tercera tentativa para conseguir la presidencia, sin embargo, está ante un reto nada fácil. Por primera vez su voto se verá fragmentado por la presencia de Zemmour, que atrae los identitarios más radicales, unos votantes que le podrían hacer falta a la hija de Jean-Marie Le Pen para llegar a la segunda vuelta.
Le Pen, con la irrupción de Zemmour, ha conseguido sacarse de encima la etiqueta de la más radical del panorama político francés. De hecho, ya es sólo el 40% de la población que la considera a una "extremista nacionalista y xenófoba". Las dos condenas al líder del partido de la Reconquista por incitación al odio y las reyertas de grupúsculos nazis, que le dan apoyo, con activistas antirracistas, han ayudado a hacer que la opinión pública apunte a Zemmour como el más radical. Le Pen ha usado esta situación para radicalizar todavía más en Zemmour, asegurando que "tiene un par de nazis con él" o que "tiene que limpiar a algunas personas que tienen que ser expulsadas". Sin embargo, la Agrupación Nacional necesita los votos de estos ultras; según Politico, Le Pen obtendría el 17% de apoyo, pasando por encima de la conservadora Valiere Pécresse con un 16%, seguida por Zemmour con un 14%. Si estos datos se cumplen, Le Pen entraría a disputar la segunda vuelta con un Macron que habría alcanzado el 24% de los votos, muy distanciado de ella, y entonces tendría que ir en investigación del voto de extrema derecha que Zemmour habría aglutinado.
La ultraderechista Le Pen, por lo tanto, tarde o temprano necesitará la simpatía de los votantes más radicales. Unos simpatizantes que hace semanas fueron duramente represaliados para zurrar a manifestantes antirracistas. El gobierno francés disolvió Zouaves Paris, un grupúsculo fascista, para agredir activistas de izquierdas durante un mitin de Éric Zemmour. Según el ministro del Interior, Gérald Darmanin, los motivos de esta decisión son "la incitación al odio y la violencia", misma condena que ha caído sobre Zemmour. El Tribunal Correccional de París lo condenó a pagar 10.000 euros para declarar que los menores no acompañados (Menas) eran "ladrones, asesinos y violadores". Todas las estadísticas pronostican que Marine Le Pen pasará a la segunda vuelta para batallar al actual presidente, Emmanuel Macron, la presidencia. Todo eso será en vano si Agrupación Nacional no vuelve a seducir a los nacionalistas más extremistas y aglutina también los descontentos con Macron durante la segunda vuelta.
Macron gana, y nadie lo quiere
El presidente de Francia y líder de La República en Marcha, Emmanuel Macron, continúa como el preferido en las encuestas, aunque la suya aventaja sigue reduciéndose. Mientras tanto, los candidatos de la extrema derecha, Zemmour y Le Pen se van diputando muy cerca el segundo y el tercer lugar con la conservadora Valérie Pécresse. Aunque Macron presumiblemente ganaría las futuras elecciones, su popularidad está en caída libre.
El 60% de los franceses tienen una muy mala opinión sobre Macron. I 6 de cada 10 franceses consideran mala o muy mala su política económica. Está aquí donde lo extrema derecha pesca, en el malestar y la frustración. En cualquier caso, en una segunda vuelta, Macron se impondría con claridad a cualquiera de los otros candidatos, según el último estudio publicado por Le Parisien.