Si bien desde el nuevo Gabinete de Donald Trump se vende el desmantelamiento de la Agencia de Ayuda al Desarrollo Internacional (USAID) como una victoria del proyecto republicano para reducir el tamaño de la administración federal, este puede ocurrir en una oportunidad histórica para el mayor rival de los Estados Unidos (EE.UU.): China. Cerrar el grifo de USAID implica que centenares de proyectos de ayuda humanitaria y programas de desarrollo acabarán de forma repentina, dejando un hueco que desde Pekín se puede llenar. ¿Por qué tendría interés el gobierno de Xi Jinping de dar un paso adelante y suplir esta nueva carencia? Este tipo de programas humanitarios y de desarrollo sirven a las grandes potencias para expandir su influencia por el mundo a través de un tipo de diplomacia blanda.
Varios expertos consultados por el diario británico The Guardian han coincidido en describir el cierre de USAID como una "herida autoinfligida". "Lo que está haciendo Trump es básicamente ofrecer en China una oportunidad perfecta por repensarse, renovar los proyectos de poder suave y volver al camino hacia el liderazgo global", ha afirmado Huang Yanzhong, investigador del Council on Foreign Relations.
Sin embargo, ¿tiene China las capacidades para llenar este vacío? Desde hace años que Pekín se enfoca a fortalecer su influencia internacional a través de su actividad humanitaria. Concretamente, el año 2018, el gobierno chino creó la Agencia de Cooperación Internacional para el Desarrollo, o China Aid. Sobre esta agencia recaen importantes programas de inversión y desarrollando con otros países, pero Pekín no revela los presupuestos de ayuda exterior, ni ahora con esta agencia ni antes. Sin embargo, un estudio de William & Mary's Global Research Institute calcula que entre el 200 y el 2021 prestaron 1,34 billones de dólares a los países en desarrollo entre el 2000 y el 2021.
Objetivos similares (hasta ahora)
La figura del préstamo es muy importante en cómo ha operado estos años China Aid. El modelo chino se centra más en los préstamos y proyectos de infraestructuras altamente visibles. En cambio, USAID se ha enfocado más a asociarse con organizaciones locales. A pesar de las diferencias, las dos agencias tienen objetivos similares: difundir el poder suave (soft power) y aumentar la influencia global de sus gobiernos.
Melissa Conley Tyler, directora de la entidad Asia Pacific Development, Diplomacy and Defence Dialogue, ha declarado al diario británico que conoce al menos un caso confirmado en la región donde China Aid ya ha intervenido para proporcionar los fondos obtenidos por USAID. El impacto de cambio de influencia puede ser muy significativo en los modelos políticos que se promocionan por todo el mundo, como ha explicado George Ingram, extrabajador de la agencia estadounidense: "Los Estados Unidos y Europa, Canadá, Australia, Japón tenemos un gran interés en vivir en un mundo de democracias y economías liberales. China, así como Rusia, está intentando avanzar en un mundo autoritario. Todo lo contrario de lo que son nuestros intereses."