En Bielorrusia se puede hacer de todo. Quedar con los amigos, ir a un bar, al cine, al teatro, jugar a hockey e, incluso, ver un partido de la liga nacional de fútbol, que no se ha detenido. El coronavirus no existe y la estrategia del presidente del país, Alexander Lukashenko, es hacer vida normal.
Hace unas semanas, incluso pidió a los ciudadanos del país que se lavaran las manos con vodka para combatir el virus. También dijo que "los tractores cuidarían el Covid-19", haciendo referencia al trabajo que hace el país en las granjas. Lukashenko, que ocupa el cargo de presidente del país desde la disolución de la antigua Unión Soviética, también ha dicho que beber alcohol ayuda a combatir el virus. "100 ml al día para envenenar el virus". La lista es larga.
Varios periodistas consultados aseguran que no se han tomado medidas de confinamiento. Todo lo que hay son recomendaciones. Hace un mes, a principios de abril, según el medio bielorruso TUT.BY, se aconsejaba que las personas mayores no salieran de casa, utilizar gel desinfectante en las tiendas, hacer seguimiento telemático del curso universitario, siempre que se pueda, teletrabajo, cierre de algunas discotecas y suspensión de bodas.
Sin embargo, por mucho que Lukashenko lo niegue, el coronavirus existe en Bielorrusia. Desde el 6 de mayo, el país supera diariamente los 900 nuevos casos. A día de hoy, hay un total de 34.303 personas infectadas y 190 muertos por Covid-19. El país, donde viven 9,5 millones de personas, la mayoría en centros urbanos, se encuentra ahora con una de las tasas per cápita más altas de infección por coronavirus en Europa.
Gráfico donde se pueden ver los contagios por coronavirus (en amarillo), recuperados (en azul) y muertos (en rojo) / TUT.BY
"La gente actúa normal, como si no pasara nada", explica Kate, una estudiante universitaria a ElNacional.cat. "Quedamos con amigos, comemos, paseamos y utilizamos el transporte". Y detalla que tiene algunos amigos que se quedan en casa y no utilizan el transporte. "Así que hay dos grupos de gente", resume. Con respecto a las familias, algunas intentan trabajar desde casa pero explica que no siempre es posible. "Estamos intentando incentivar los negocios online o que tiendas que hasta ahora no disponían de este servicio, lo tengan", detalla.
"Todo funciona como siempre", insiste la profesora de inglés Nina, en conversación con este periódico. "No hay nada cerrado. Las escuelas funcionan como antes. Los padres, sin embargo, pueden decidir que su hijo no vaya a la escuela y enseñarles ellos mismos en casa. Se tiene que rellenar un formulario. Eso es precisamente lo que he hecho con mi hijo, no va a la escuela y estudia desde casa conmigo". Ahora bien, no todo el mundo tiene esta opción. "Hay padres que trabajan de manera presencial y no pueden dejar a los niños solos en casa". Una cosa similar es lo que pasa en las universidades. Según explica, se han organizado para continuar con los estudios de manera telemática.
Minsk / Unsplash
"Hay miedo pero no hay pánico, diría", matiza Nina. "Aunque no hay un confinamiento marcado, algunos bares o restaurantes no abren porque no tienen clientes". De esta manera, remarca que no está prohibido encontrarse con amistades o familiares pero "la gente escoge si esparcir el virus o no".
Preguntados por si haría falta un confinamiento, explican que la opinión es diferente. "Mucha gente piensa que si hay un confinamiento oficial, muchos no sobrevivirán porque hay mucha gente pobre que no tiene dinero si no trabaja, otros, sí que piensan que es necesario para frenar el virus".
Desfile para el día de la victoria
Mientras en Rusia Vladimir Putin cancelaba el desfile para conmemorar el Día de la Victoria, en Minsk las calles estaban llenas. Sin respetar distancias de seguridad ni mascarillas. Unas imágenes de contraste con el resto de países.
De hecho, fue el único país del espacio postsoviético en celebrar el desfile militar para conmemorar los 75 años de la victoria sobre la Alemania nazi. Lukashenko no lo quiso posponer.
Algunas voces, tímidas, aseguran que la población no quería este desfile en plena pandemia. Otros, insisten en que se sintieron obligados a ir.
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