Pocas horas antes de la pausa acordada de los combates en Gaza, Israel, Hamás y los intermediarios que negociaban entre ellos se encontraban el miércoles de nuevo en una jornada frenéticos de intercambios. La tregua tenía que durar hasta el lunes, pero Hamás decidió aceptar la oferta israelí de ampliar el alto el fuego por un día por cada grupo de 10 cautivos liberados. Cuando se acercaba el plazo original, se proclamó una prórroga, pero solo de dos días.
Y es que dos días sigue siendo mejor que nada, y los dos días adicionales dieron a los mediadores de Qatar y egipcios más tiempo para intentar alargar un poco más la tregua un poco más o convertirla en un alto el fuego permanente. No ha sido fácil. Las negociaciones, tal como dice Al Jazeera, no han sido fáciles y finalmente pactaron alargar el acuerdo. El miércoles por la noche, la situación parecía mucho más complicada. Hamás anunció que buscaba una nueva prórroga de cuatro días e incluso dijo que estaba contemplando la liberación de todos los rehenes, a cambio de acabar con las hostilidades. Al mismo tiempo, Israel habría dicho que le parecía bien la propuesta, pero habría enviado mensajes contradictorios sobre la continuación de la pausa.
En este contexto, y mezclando también la ansiedad y la esperanza, los mediadores internacionales se están esforzando más que nunca. Durante los dos últimos días, se han unido a Qatar los más altos funcionarios de los servicios de inteligencia de los Estados Unidos, Israel y Egipto. No se ha hecho ningún anuncio sobre la presencia de sus homólogos de Hamás, pero costa de imaginar que la parte palestina no estuviera representada, según ha dicho también Al Jazeera. Todo podría indicar que habiendo habido conversaciones, alargar la tregua podría ser fácil, pero según el mismo portal, estas conversaciones podrían quedar estancadas donde están ahora mismo.
Las implicaciones y las complicaciones de prorrogar la tregua
Podría ser, pues, que tanto Hamás como Israel decidieran no prorrogar más la tregua. Por una parte, están las razones tácticas y estratégicas militares, principalmente del lado de Israel. En los últimos días, varios representantes del ejército habrían indicado que preferían que la pausa de dos días fuera la última. Los militares creen que los combates tendrían que volver, según parece.
Desde el principio de la intervención armada, el ejército israelí tuvo miedo de ir a la guerra sin objetivos estratégicos claramente definidos. Advertí que los soldados detestan las tareas "indefinidas". El primer ministro Benjamin Netanyahu repitió varias veces que su objetivo era ganar la guerra destruyendo Hamás, pero obviamente no lo tradujo nunca en órdenes y tareas claras y mesurables.
La logística del ejército de Israel
Después de los ataques del 7 de octubre, el ejército israelí movilizó 360.000 reservistas y los desplegó al lado del ejército permanente de 150.000 soldados. Mientras continuaban los combates, cada reservista y cada unidad, fuera a Gaza o a lo largo del frente norte, delante de Hizbulá, sabían exactamente cuál era su tarea y propósito. Tenían una mentalidad militar y no estaban abiertamente influidos por la atmósfera entre los civiles. Pero como se pararon durante cuatro días y después dos más, muchos volvieron a casa para descansar un poco y quedaron expuestos a las dudas, incertidumbres, temores y esperanzas de sus familiares y parientes.
La misma cadena destaca que otra prórroga complicaría todavía más la logística de las licencias y la rotación, pero una vida semicivil prolongada también podría estropear la determinación de luchar. Después del 7 de octubre, la adrenalina nacional israelí subió y todos estaban listos para luchar. Ahora, viendo que la política del país es un desastre; el liderazgo está en un desorden mal disimulado y el primer ministro está claramente preocupado, conmocionado y no es sincero, los soldados pueden empezar a dudar, destaca Al Jazeera. A pesar de todo, el mensaje de los portavoces sigue siendo claro. Y es que el objetivo es el de destruir Hamás.