Los ciudadanos de Canadá están llamados a las urnas este lunes para votar en unas elecciones legislativas marcadas por la dimisión, en el mes de enero, del primer ministro Justin Trudeau, pero sobre todo por los ataques constantes del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que ha expresado en varias ocasiones su deseo de convertir a su vecino del norte en el estado número 51, rompiendo así décadas de diálogo cordial entre los dos gigantes del continente. Los canadienses decidirán cuál será el candidato que tendrá que hacer frente a la brusquedad del magnate que, a causa de los constantes ataques y la imposición de aranceles, ha enrarecido las relaciones entre ambas naciones norteamericanas. El nivel de preocupación es muy alto y más de siete millones de personas han votado anticipadamente, un 25% más que en los últimos comicios, con el voto por correo también alcanzando mejores cifras.
Ante el entusiasmo en las urnas, el actual primer ministro y relevo de Trudeau en el poder, Mark Carney, intentará mantenerse al frente del ejecutivo después de asumir el cargo en marzo, en un momento en que el Partido Liberal estaba contra las cuerdas. El rival del economista con más opciones de llevarse la victoria es el líder del Partido Conservador, Pierre Poilievre, un viejo conocido de la política canadiense que supera holgadamente a Carney en cuanto a experiencia en este ámbito. El jefe de la oposición llegó a situarse como máximo favorito en las elecciones cuando Trudeau afrontaba un alud de críticas, después de casi una década como primer ministro. Sin embargo, su capital político ha disminuido en las últimas semanas.
La guerra comercial de Trump, impulsada a través de aranceles a diestro y siniestro, ha cambiado completamente la dinámica de los sondeos desde el 2 de abril. Antes del "Día de la Liberación" del magnate, el Partido Liberal había llegado a situarse hasta 20 puntos por detrás de los conservadores en algunas encuestas, en parte porque Carney convocó elecciones anticipadas pocos días después de asumir el cargo. Pero el gran anuncio del presidente de Estados Unidos lo cambió todo. A Poilievre se le ha reprochado, incluso desde su partido político, que en algunas cuestiones está demasiado alineado con Trump, que desde que ha vuelto a Washington no ha desperdiciado ninguna oportunidad para cuestionar la soberanía de Canadá y acusar a sus vecinos del norte de desagradecidos.
Todo ello ha beneficiado a Carney, que a la espera del resultado final de la votación se sitúa cinco puntos por delante de Poilievre. Además, según una última encuesta de la CBC, la televisión pública canadiense, los liberales podrían llegar a superar ampliamente la mayoría absoluta de 172 escaños en el parlamento. Si ningún partido se hace con el dominio de la cámara baja, la formación más votada tendrá que buscar un "acuerdo de confianza y suministro", una especie de alianza informal —no una coalición— que le permita aprobar leyes, aunque en legislaciones clave, como los presupuestos, el margen de maniobra sería muy reducido.
Más allá de Trump
Más allá de la sombra de Trump, los canadienses también tienen otras preocupaciones que influirán en su decisión final en las urnas. El coste elevado de la vida, los precios inaccesibles de la vivienda y la necesidad de una soberanía energética que reduzca la dependencia del petróleo norteamericano son algunas de las inquietudes que más intranquila tienen a la sociedad. Poilievre ha centrado su campaña electoral en el descontento de la población generado por casi una década de gobierno liberal. En este sentido, el líder conservador ha prometido que reducirá la burocracia y recortará el gasto público que, según su opinión, ha sido excesivo durante estos años.
Por su parte, Carney ha asegurado que los canadienses se juegan mucho en estas elecciones, porque el país se encuentra en un momento de encrucijada existencial provocado por las amenazas provenientes de la Casa Blanca, que han elevado al Partido Liberal como lo único capaz de hacer frente a Trump. El economista ha dicho durante la campaña que su intención es sentarse a negociar con el magnate tan pronto como sea elegido como primer ministro, si los ciudadanos así lo quieren, una semana después de la votación. Carney ha garantizado que durante el diálogo Ottawa-Washington la cultura y las tradiciones de Canadá no serán puestos en duda; tampoco el valor de algunos de sus sectores fundamentales, como el de los lácteos, en el punto de mira de Trump.
El gobierno de Estados Unidos ha impuesto aranceles del 25% al acero y el aluminio canadienses y a los productos no incluidos en el acuerdo de libre comercio que mantienen con México, así como otros del 10% al petróleo y el gas. Los gravámenes han golpeado fuertemente la economía de Canadá, con miles de despidos en el sector automovilístico, uno de los más afectados. Después de una primera respuesta hostil desde Ottawa con aranceles recíprocos, Carney consiguió que el país fuera uno de los menos afectados después de numerosas negociaciones, con amenazas desde un lado y el otro.
El resto de candidatos
Muy alejados de Carney y Poilievre, el resto de candidatos esperan dar la sorpresa en las elecciones de este lunes. Con tan solo un 8% en intención de voto, Jagmeet Singh, líder del progresista Nuevo Partido Democrático, ha perdido toda la fuerza que le había llevado a disputarse al electorado con los liberales en el peor momento de la era Trudeau. En cuarta posición aparece el Bloque Quebequés, formación soberanista con presencia prácticamente exclusiva en la región francófona de Quebec. Con respecto al Partido Verde y el Partido Popular, las encuestas vaticinan que a duras penas conseguirán representación parlamentaria.
Estas elecciones serán, además, las primeras que se celebrarán bajo el censo actualizado de 2021, con hasta 343 escaños en juego, cinco más que en la convocatoria anterior. Como marca el modelo británico en el que se inspira el sistema canadiense, los ciudadanos no escogen directamente al primer ministro, sino a los diputados de la Cámara de los Comunes, uno por cada distrito electoral. El partido que obtenga el mayor número de escaños será invitado a formar gobierno y su líder asumirá la responsabilidad de dirigir el país en un momento clave de su historia.