El presidente de los EE. UU., Joe Biden, hace una semana que está encerrado preparando el debate con Donald Trump. Un debate que se producirá en Atlanta este jueves por la noche y que tiene muchas probabilidades de convertirse en un debate presidencial histórico en los EE. UU. Por primera vez, un presidente en ejercicio y un expresidente se enfrentarán delante de millones de espectadores en un encuentro que tendrá lugar mucho antes de los que es normal, incluso antes de las convenciones del partido. El enfrentamiento presentado por la CNN es el momento más crucial hasta ahora en unas elecciones muy disputadas y es la mejor oportunidad de Biden para sacudir una candidatura a la reelección que está en peligro de perder mientras lucha para convencer a los votantes de que ha cumplido los objetivos políticos y la normalidad que prometió en el 2020.

¿Por qué es tan importado el debate entre Biden y Trump?

La naturaleza trascendental de este debate solo se puede entender plenamente en el contexto de la política sin precedentes de la época. Desde que el senador John F. Kennedy y el vicepresidente Richard Nixon organizaron el primer debate televisado en la campaña de 1960, ha habido elecciones reñidas que han puesto el país en un rumbo marcadamente diferente. Pero lo que está en juego en 2024 es más grande que nunca, a causa del intento de Trump de interrumpir la transferencia pacífica del poder basándose falsas acusaciones de fraude en las elecciones del 2020 y su promesa de emprender una presidencia nunca vista de venganza personal si gana en noviembre.

Si el senador John Kerry hubiera derrotado al presidente George W. Bush en el 2004 o el exgobernador de Massachusetts Mitt Romney hubiera nombrado presidente Barack Obama durante un solo mandato en el 2012, se habría producido un cambio político significativo. Pero el carácter de la república y su posición global no habrían cambiado fundamentalmente. Esta garantía no se puede aplicar con confianza a las elecciones actuales. El impulso de hombre fuerte de Trump —resumido por su afirmación delante de la Corte Suprema que los presidentes tienen un poder casi ilimitado, así como un plan para nuevas políticas de línea dura en materia de inmigración, economía y política exterior— significa que un segundo mandato podría carrear perturbaciones masivas.

Tensión palpable en el debate

Los demócratas están desesperados para que Biden, de 81 años, dé una muestra de vitalidad, después de la controversia por su edad. El problema mayor de Trump, de 78 años, podría ser él mismo y la posibilidad de una actuación que pudiera validar las advertencias de que Biden es demasiado mayor para ser presidente. Se espera que Biden ataque a Trump por el aborto (una de las pocas áreas políticas en la que supera al expresidente en las encuestas) y su admiración por los dictadores extranjeros. Trump ya está dando señales de que retratará los Estados Unidos de Biden en términos distópicos, asediados por una inmigración descontrolada, un crimen desenfrenado y la economía.

El aspecto más chillón del debate es que tiene lugar menos de un mes después de que Trump fuera condenado en un caso penal de sobornos a Nueva York. Biden ya ha destacado el veredicto de culpabilidad en actos de campaña, pero Trump insiste en que es víctima de un intento de utilizar el sistema legal como arma para interferir a las elecciones.

Los debates presidenciales no siempre deciden quién gana en noviembre. Pero la tensión que rodea el primer debate de este año, que se celebrará en junio, en lugar de septiembre u octubre, cómo es habitual, es palpable.