El interés del presidente Donald Trump por anexionar Groenlandia a Estados Unidos podría llegar a límites nunca vistos. Entre los planes de la Casa Blanca se plantea la posibilidad de ofrecer un cheque anual de 10.000 dólares a cada groenlandés para tomar el control de la isla ártica. Así lo ha explicado The New York Times en un artículo en que disecciona la estrategia de la administración republicana, que se enfoca más en la "persuasión" que en la invasión. El medio norteamericano ha revelado en exclusiva que varios representantes del ejecutivo consideran que el coste de este desembolso se podría compensar con los ingresos provenientes de la extracción de recursos naturales del territorio insular danés, que podría incluir tierras raras, cobre, oro, uranio y petróleo.

La Casa Blanca considera la posibilidad de reemplazar los 600 millones de dólares en subsidios que Dinamarca actualmente otorga en Groenlandia por estos 10.000 dólares anuales a cada ciudadano de la isla. Estados Unidos quiere explorar este camino para anexionarse esta región ártica por su importancia estratégica. Trump ha reiterado en varias ocasiones a los groenlandeses que Copenhague les ha abandonado, pero eso no quita que el cheque estudiado pueda ser una manera de comprar su voluntad para adherirlos a la causa de Washington.

El entorno de Trump hace semanas que ha hecho públicas sus intenciones, argumentando que Dinamarca ha sido un mal anfitrión de Groenlandia y que solo Estados Unidos puede protegerla de la invasión de Rusia y China. Asimismo, las voces republicanas también aseguran que Trump ayudaría a los groenlandeses a "enriquecerse" gracias al capital y el poder industrial norteamericano, que permitiría acceder a la riqueza mineral en gran parte sin explotar de la isla de una manera que Dinamarca no ha podido. "Se trata de minerales críticos", dijo el asesor de seguridad nacional de Trump, Michael Waltz, a Fox News en enero. "Se trata de recursos naturales".

El deseo de Trump de anexionar Groenlandia a Estados Unidos no es nuevo. Durante su primer mandato, entre 2017 y 2021, había planteado la idea, pero todo el mundo lo veía como una fantasía. En su segunda etapa como inquilino de la Casa Blanca, el interés ha pasado a ser muy serio. "El presidente Trump cree que Groenlandia es una ubicación estratégicamente importante y confía en que los groenlandeses estarían mejor protegidos por Estados Unidos de las amenazas modernas en la región ártica", dijo al portavoz del Consejo de Seguridad Nacional, Brian Hughes. El propio Trump aseguró en el mes de marzo que "necesitamos Groenlandia por seguridad nacional e incluso por seguridad internacional y estamos trabajando con todo el mundo implicado para intentarlo y conseguirlo".

La ubicación de Groenlandia, entre el océano Ártico y el océano Atlántico Norte, le otorga un alto valor geoestratégico, ya que es un punto clave para el control de las rutas marítimas, especialmente a medida que el deshielo abre nuevas vías de navegación. Pero lo que Trump nunca explica cuando habla de la isla ártica es que disfruta de recursos muy valiosos. La región es rica en minerales como cinc, plomo, hierro, oro, platino y uranio. Además, se cree que sus costas podrían contener reservas considerables de petróleo y gas natural, aunque las condiciones climáticas adversas han dificultado la explotación hasta ahora.

Groenlandia quiere ser un país independiente

El rechazo de los groenlandeses a las ambiciones expansionistas de Donald Trump se ha hecho evidente en las recientes elecciones en la isla, donde cinco de los seis partidos que se presentaban defendían la independencia de Dinamarca, y ninguno de ellos apoyaba la integración a Estados Unidos. Este posicionamiento refleja la voluntad del pueblo groenlandés de mantener su identidad y soberanía, rechazando cualquier intento de anexión por parte de potencias extranjeras. De hecho, el exprimer ministro de Groenlandia, Múte B. Egede, expresó esta postura al afirmar que "no queremos ser ni daneses ni norteamericanos. Queremos ser groenlandeses". Su sucesor, el líder de Demokraatit, Jens-Frederik Nielsen, destacó la necesidad de estar unidos en momentos de presión externa: "En un momento en que como pueblo estamos bajo presión, tenemos que estar unidos".