Débora L. es de Terrassa y vive en Corea del Sur desde hace siete años, donde imparte clases de castellano y de lingüística en la Universidad de Corea. Su marido es coreano y viven los dos Seúl, desde donde han sido testigos de la crisis política que ha sacudido el país y que ha tenido en vilo a todo el mundo durante dos días de "mucha tensión" e "incertidumbre". Desde su casa, a penas a dos paradas de metro de la casa presidencial y a cuatro de la Asamblea Nacional coreana, vio pasar helicópteros militares. En conversación con El Nacional, L. relata cómo se ha vivido el intento de golpe del presidente Yoon Suk-yeol y cómo han sido las reacciones en su entorno, familiares y amigos coreanos, aún desconcertados por lo sucedido y expectantes de qué puede suceder en las próximas "24 o 48 horas clave".
El presidente Yoon Suk-yeol declaró el martes sin previo aviso la ley marcial alegando supuestas actividades antiestatales de la oposición e injerencias de Corea del Norte. Los militares intentaron tomar la sede del poder legislativo mientras miles de manifestantes salieron a las calles de Seúl a protestar. La Asamblea Nacional, con solo una parte de los diputados presentes, votó de urgencia derogar el estado de excepción. Entre una gran presión por parte de la ciudadanía, sindicatos —que han convocado huelgas generales—, la oposición, países aliados como los Estados Unidos y su propio gabinete de gobierno —algunos altos cargos amenazaron con dimitir en bloque—, Yoon derogó finalmente la ley marcial y el ministro de Defensa ha dimitido. Las seis formaciones de la oposición han presentado en el parlamento una moción de censura contra el presidente, que tienen intención de votar este sábado y que podría desembocar en la destitución del actual mandatario del país asiático si dieran los números: necesitan 200 votos y la oposición suma 192. Por su parte, la policía surcoreana ha abierto una investigación hoy mismo para dirimir si Yoon ha podido cometer traición, ante dos denuncias presentadas por un partido opositor y un grupo de 59 activistas.
El anuncio del presidente fue a las 23:00 h del martes, hora coreana, tal como relata esta profesora universitaria de lengua, que se enteró porque sus amigas de allí empezaron a comentar la noticia en sus grupos de mensajería instantánea y decían que "se le ha ido la cabeza" al mandatario. Entonces, pusieron las noticias en la televisión y estuvieron en vilo hasta las 2.00 h, cuando la Asamblea Nacional votó en contra de la ley marcial. "Vivimos a dos paradas de metro de la casa del presidente y a cuatro del parlamento, se escucharon helicópteros pasar y mi marido dice que también un tanque", explica. Añade que en ese momento sentía "miedo" de qué pudiera pasar, en un país donde, asevera, los extranjeros no tienen voz ni voto en las cuestiones públicas —de hecho, explica, no pueden manifestarse porque la ley no les ampara—.
Un país "muy seguro y estable"
Pensaba, relata en conversación telefónica, en que en caso de conflicto su marido está obligado a ir si es llamado a filas. En Cora del Sur el servicio militar es obligatorio y hasta los 45 años todos los hombres están sujetos a esta posibilidad. "Ha sido tan rápido que no se me ha pasado por la cabeza, pero siempre bromeo con mi marido que si llega la guerra nos vamos corriendo. Es un país muy seguro y estable, hay poca corrupción y cuando la hay se paga, pero es verdad que siempre está de fondo, en la conciencia, la posibilidad de una guerra", explica Débora L., en referencia al conflicto y la tensión latente con Corea del Norte. Los militares, añade, se han mantenido "muy neutrales" durante la crisis y no han apoyado expresamente al presidente Yoon. La percepción desde allí es que hicieron "lo mínimo" que legalmente se les exigía en caso de ley marcial y que se encuentran "muy divididos", puesto que también los hay críticos con lo ocurrido. Durante los últimos meses, dice, Yoon ha intentado promover a altos cargos militares afines y eso ha suscitado polémicas.
"Mis amigos y mis familiares coreanos, mi marido, mi cuñada, mi suegro, están alucinando, nunca se hubieran podido pensar que podría pasar", afirma esta catalana en Corea, que asegura que este es un país "muy estable democráticamente". "No se lo esperaban que pudiera pasar, pilló a todo el mundo de sorpresa, a la gente de todos los partidos, incluso a la derecha —el partido del presidente Yoon—", añade. En este sentido, L. afirma que el contexto político en el que ha ocurrido es el de un presidente "con el agua al cuello durante los últimos meses", señalado "con pruebas" por presuntos escándalos sobre él y su entorno. La "excusa" sobre la injerencia de Corea del Norte, según el entorno autóctono de esta profesora de lengua, es "ridícula".
"El metro y las calles estaban casi vacías"
El día de después, explica L., las calles de Seúl estaban "muy vacías". Muchas personas se quedaron en casa teletrabajando y otras ni siquiera han llevado al colegio a sus hijos. "Salí por la mañana porque tenía consulta con el médico y el metro y las calles estaban casi vacías. A las 8.00 h no había prácticamente coches, cuando habitualmente hay retenciones. La gente estaba en standby", relata. Este jueves, añade, ya todo estaba más normalizado. "No sé si la cosa se va a calmar, ahora los diputados de derechas apoyan al presidente y a la moción de censura le falta un puñado de votos para prosperar", explica. Su marido coreano añade que cree que la hay un 50% de posibilidades y que las próximas horas van a ser clave para dirimir qué pasará. Sobre las manifestaciones masivas que se han dado en contra de la maniobra de Yoon, Débora precisa que es raro que los coreanos salgan a las calles y que cuando lo hacen es por motivos graves y "suele tener mucha influencia política". De Yoon, valora esta catalana en Corea que se define de izquierdas, su percepción es mala. Su marido es de la misma opinión, mientras que señala que sus amistades coreanas de derechas valoran positivamente algunas de sus medidas, como reformas contra inmigración o eliminar el Ministerio de Igualdad.