"De Badalona a Fairfax hay una gran diferencia. Es como lo que se ve en las películas, las casitas de suburbio con jardín... pero cuando sales a la calle no hay nadie, tienes que coger el coche incluso para ir al metro. Echo de menos salir a andar, ver gente por la calle..." Lo explica la catalana Àngels Natal, profesora de español que hace 17 años que vive a un suburbio de Virginia próximo a Washington D.C y que votará por tercera vez en los Estados Unidos el próximo 5 de noviembre. Las palabras de Àngels, o un paseo por un barrio residencial del D.C entre calabazas, telarañas y esqueletos de Halloween decorando las casas, carteles de Kamala Harris y ciervos y ardillas que dan saltitos, remiten a la reciente exposición de Suburbia que tuvo lugar en el CCCB de Barcelona. El sueño o pesadilla americana de la casa, el jardín, el aislamiento familiar y el contacto con la naturaleza.
Nos recoge en su coche y pasamos por la escuela donde trabaja, también como en las películas cuenta con unos muy cuidados y extensos campos de fútbol americano. "Algunos se pasan el día haciendo deporte y no hacen mucho caso a las clases", reconoce. Y llegamos a un Starbucks en un centro comercial desangelat donde dos amigas suyas norteamericanas, Emily e Inga, hacen el café.
Las tres son votantes convencidísimas de Kamala Harris y las tres tienen miedo en lo que pueda pasar si Donald Trump vuelve a la Casa Blanca. Inga solo se puede explicar que la gente vote en Trump porque "necesitan un macho que se los diga como hacer las cosas". Àngels enseña una papeleta como la que ella ya ha utilizado en el early vote, voto anticipado, donde además del presidente y los representantes del senado ha escogido el consejo escolar del municipio, el alcalde y una enmienda del gobierno del estado para dejar sin impuestos a las viudas de los militares.
"He votado en Kamala Harris porque soy de izquierdas y el señor Trump no me parece un buen candidato, las cosas que dice, las barbaridades que dice y la experiencia que hemos tenido como presidente", defensa. "Kamala es una mujer que mira por la salud de las mujeres, por la democracia, por los derechos sociales, por cosas que tienen un sentido lógico. Trump, en cambio, pone a los inmigrantes en el mismo saco, dice que todos son delincuentes, o las cosas que dice sobre las mujeres. Es inaceptable que no puedan abortar con su vida en riesgo. También las personas trans o LGTBIQ tienen miedo", reflexiona.
En su entorno, dice, "todo es política y siempre se habla de política". Aunque en la escuela no puede expresar sus opiniones políticas a los niños, las visiones se acaban expresando en clubs "de un color y del otro" y también afecta al día a día. Por ejemplo, se preguntan qué puede pasar con los alumnos sin papeles que dan clase a la escuela o si Trump permite que los profesores lleven armas. "No estoy de acuerdo con eso. Lo que sí que ya tenemos es un protocolo por si hay un tiroteo. Tenemos que bajar las persianas y alejarnos de las puertas y ventanas", relata.
La relación con los 'trumpistas'
Aunque no tiene muchos amigos que den apoyo a Trump, sí que tiene familiares del marido en los Estados Unidos más rurales, que tienen en el rancho un póster de Trump como si fuera Rambo. "Es gente que solo mira la Fox y las noticias positivas sobre Trump, me puedo llevar bien siempre y cuando no hable de política, porque no razonan," explica. "Yo puedo entender que cambiaran de demócratas a republicanos, pero republicanos a extremistas de Trump también hay un salto".
Àngels vino hace 20 años a los Estados Unidos por un proyecto de una escuela que traía profesoras extranjeras a enseñar castellano y el último año de estancia se enamoró de lo que hoy es su marido. Después de volver a Badalona, decidió hace 17 mudarse definitivamente a los Estados Unidos.
Cuando se casó con su marido, obtuvo la green card, residencia permanente, y cinco años después tienes acceso a la ciudadanía. "Te hacen un examen, te tienes que aprender unas 100 o 150 preguntas sobre como funciona el país y te hacen diez. Si aciertas seis, pasas el examen", explica.
Añora a la gente por la calle y el estilo de vida de Catalunya, pero destaca que, como profesora, "hay muchas más posibilidades laborales en los Estados Unidos".
Una investigadora con "más oportunidades"
En la otra punta del metro que conecta la periferia con el D.C, en Bethesda, en el estado de Maryland, Isabel Quintanilla, investigadora en biomedicina de 36 años procedente de Montmeló, está a punto de votar por primera vez y piensa igual en este sentido que Àngels. "Aquí hay muchas más oportunidades profesionales por gente que trabaja en nla investigación como yo, tanto en el ámbito público como en el privado", explica.
Ella también llegó a los Estados Unidos por amor después de conocer su actual pareja, Sam, mientras estudiaba un doctorado el año 2016, y también votará, convencida, por Kamala Harris. "Nos jugamos muchos derechos en función de quien gane: derechos reproductivos, el papel de los Estados Unidos en conflictos...Votarè el partido demócrata porque es lo que más me representa", explica.
En torno a la capital, "la política se vive muy intensamente", dice Isabel, y cree que quizás por eso tanto Maryland como Distrito Capital son estados abrumadoramente demócratas. "Este año está demasiado polarizado, hay mucha tensión", reconoce.
Como Àngels, el Isa también pidió la ciudadanía cinco años después de obtener la residencia permanente, tras haberse casado con su marido. No se oye norteamericana y grande parte de sus amigos son de fuera. "Las relaciones aquí son más frívolas, echo de menos la autenticidad de los catalanes", reconoce.
Todo y que son sus primeras elecciones como electora, el año 2020 ya vivió, todavía no como ciudadana de los Estados Unidos, la elección del Biden con dos sensaciones contrapuestas. La primera, cuando se conocieron los resultados, con "D.C convertida en un festival, todo el mundo en las calles, con música en directo, el ambiente era muy bonito y me recordó a cuándo España ganó el Mundial el año 2010", recuerda.
Y la otra, el asalto al capitolio del 6 de enero, con una sensación "que no se podía controlar esta gente" y "momentos de pánico" dentro del edificio, tal como le han explicado familiares que trabajan. Este año, espera que no se vuelvan a producir estos incidentes, porque "la ciudad ahora ya está avisada y habrá más seguridad".