El domingo, Alemania celebró un debate preelectoral entre cuatro candidatos a canciller, que puso de relieve la creciente fuerza de la extrema derecha. No es nuevo, se ha visto en todos los sondeos que se han publicado hasta ahora. El partido de extrema derecha Alternativa por Alemania (AfD), liderado por Alice Weidel, ocupa actualmente el segundo lugar en las encuestas y se dispone a duplicar sus resultados en comparación con las elecciones del 2021. Hace solo unos días, los principales oponentes políticos de Alemania criticaron al líder de la CDU, Friedrich Merz, por una controvertida votación parlamentaria con la extrema derecha. El discurso del vicepresidente norteamericano, J. D. Vance, a la Conferencia de Seguridad de Múnich, donde pidió cooperación con la extrema derecha, obligó a los políticos alemanes a unirse a la oposición, declarando que la interferencia de los aliados norteamericanos es inaceptable.
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El candidato a la cancillería, Friedrich Merz, subrayó que Alemania respeta los procesos electorales en los EEUU y espera lo mismo a cambio. Markus Söder, líder del partido hermano de la CDU, CSU, reforzó este sentimiento e insistió en que Alemania decidirá por sí misma quiénes serán sus socios de coalición. Los partidos alemanes tienen una larga tradición de evitar alianzas con fuerzas radicales de derecha para prevenir repetir los errores que llevaron a Hitler al poder.
Es probable que la presión norteamericana sobre Berlín continúe incluso después de que se acabe la campaña electoral. Durante las negociaciones de coalición, los aliados de Trump podrían presionar para que el partido que ocupa el segundo lugar sea incluido en el nuevo gobierno. Dada la fuerte reacción de los políticos alemanes, las relaciones transatlánticas enfrentarán serios desafíos.
Un debate en cuatro (y televisado)
El domingo, los cuatro principales candidatos a canciller, Friedrich Merz, Olaf Scholz, Robert Habeck y Alice Weidel, se reunieron en un debate televisado en RTL para continuar las discusiones provocadas por los comentarios de Vance. A diferencia de lo que pasó a Múnich o al debate de la semana pasada, la representante de extrema derecha tuvo tiempo para difundir sus ideas. Si bien Weidel no hizo ninguna declaración revolucionaria que pudiera alterar drásticamente la posición de la AfD, su mera presencia normalizó todavía más el partido extremista a la sociedad alemana. Según una encuesta de Forsa, el ganador del debate fue Friedrich Merz, con un 32% de los encuestados que afirmaron haberles convencido. Lo siguió Scholz con un 25%, mientras que tanto Habeck como Weidel obtuvieron un 18%.
Durante dos horas, los candidatos discutieron sobre situación económica, impuestos, migración, vivienda y, claro está, el enfoque de la nueva administración norteamericana a la guerra en Ucrania. Weidel elogió a Donald Trump y reiteró el llamado que desde hace tiempo hace la AfD a un alto el fuego en Ucrania. Scholz, en cambio, enfatizó el continuo apoyo a Ucrania e insistió en que Europa tiene que garantizar que Ucrania mantenga a un ejército fuerte: "No permitiremos que Ucrania sea desmilitarizada".
Merz atacó Scholz por lo que llamó al fracaso de Alemania a la hora de demostrar liderazgo global. Un acontecimiento inesperado en la campaña podría tener un impacto significativo a la dinámica de la coalición postelectoral: el Partido de Izquierda. Si consigue obtener escaños en el Bundestag, su presencia podría tener un papel clave en la configuración del futuro gobierno alemán.
Los EEUU y su intromisión en campaña
Grünheide, pueblo del estado federado de Brandeburgo que acoge la fábrica europea de coches eléctricos de Tesla, propiedad de Elon Musk, vive dividido la campaña electoral por los apoyos del magnate norteamericano a la ultraderechista AfD en una región que es un bastión oriental de la socialdemocracia. Con poco más de 9.000 habitantes, esta población es uno de los puntos en que se percibe la polarización a la campaña electoral, en la que AfD figura como segunda fuerza en los sondeos. Hay que recordar, además, que Musk retransmitió una conversación con la líder de la AfD a través de su red social X.
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Después de semanas de debates sobre la migración y un aumento del apoyo a la AfD, la cursa electoral tomó un nuevo giro la semana pasada con los comentarios del vicepresidente norteamericano, JD Vance. Hablando a Múnich el viernes, Vance pidió en Alemania que abandone el tabú que ha existido durante décadas de tener a la extrema derecha al gobierno, insistiendo en que "no hay lugar para cortafuegos".
Sus comentarios llevaron decenas de miles de manifestantes en las calles de Berlín el domingo y se convirtieron en uno de los principales temas de conversación al último debate televisivo entre los principales candidatos. "No permitiré que un vicepresidente americano me diga con quién puedo hablar aquí en Alemania", afirmó Friedrich Merz, el partido del cual lidera actualmente las encuestas con un 30% de los votos. El candidato conservador de la CDU dijo a los votantes que "no tolerará este tipo de interferencias" a las elecciones del 23 de febrero ni a las negociaciones de la coalición.
El canciller Olaf Scholz también rechazó los comentarios de Vance calificándolos de "inaceptables" y afirmó que "no hay cooperación con la extrema derecha". Pero el líder del partido emergente AfD –que también cuenta con el apoyo del principal asesor de Washington, Elon Musk– elogió el domingo Vance por "haberse expresado tan claramente". "No tenemos que construir cortafuegos que excluyan millones de votantes desde el principio; tenemos que hablar entre nosotros. Él lo dejó claro", dijo Alice Weidel en la audiencia televisiva.