En pleno siglo XXI, la Iglesia católica ha trasladado su voz también a las redes sociales, donde comparte en tiempo real los momentos más trascendentes de la institución. Desde este lunes, a raíz de la muerte del papa Francisco, las plataformas oficiales del Vaticano han retirado su imagen y la han sustituido por el símbolo de la Sede Vacante, el periodo de transición entre la muerte o renuncia de un pontífice y la elección de su sucesor. Este intervalo, conocido en latín como Apostolica Sedes Vacans, marca un vacío de poder simbólico y jurídico en la cúpula de la Iglesia, que será resuelto con la celebración del cónclave. Según la normativa canónica, esta asamblea de cardenales electores tendría que empezar entre el 5 y el 10 de mayo, aunque podría adelantarse si ya han llegado todos los cardenales a Roma.
¿Quién gobierna al vaticano?
Mientras tanto, la maquinaria vaticana continúa en funcionamiento bajo un gobierno provisional. Con la muerte del pontífice, la mayoría de cargos de la curia romana quedan automáticamente disueltos, y se activa un sistema de gestión temporal con funciones muy limitadas, pero de rodaje preciso. Durante estas dos semanas de espera, el Vaticano se mantiene en una delicada, pero metódica pausa institucional a la espera de nombrar a un nuevo sucesor de Sant Pere.
Con la Sede Apostólica vacante, el gobierno temporal de la Iglesia católica recae en el Colegio de Cardenales, que queda encargado solo de gestionar los asuntos ordinarios y aquellos que no pueden aplazarse, así como de preparar el terreno para la elección del próximo Papa. Así lo establece la constitución apostólica Universi Dominici Gregis, promulgada por Juan Pablo II el año 1996, que deja claro que ninguna decisión de gran importancia, reservada al pontífice, puede ser tomada durante este periodo de transición.
En este contexto, la figura que toma el protagonismo es el camarlengo. Habitualmente discreto, adquiere un papel central en los días posteriores a la muerte de un Papa. Actualmente, esta responsabilidad recae en el cardenal Kevin Farrell, de 77 años, norteamericano de origen irlandés. Farrell ha sido el encargado de confirmar oficialmente la defunción del papa Francisco, sellar sus estancias y poner en marcha todo el dispositivo para la organización del funeral —previsto para el sábado 26—, el desarrollo del cónclave y la gestión del paso hacia un nuevo pontificado.
El próximo Papa saldrá de la Capilla Sixtina
Con la celebración del funeral del pontífice, el ambiente en el Vaticano empieza a teñirse de un aire de precónclave. Es en este periodo, conocido como sede vacante, cuando los cardenales —incluyendo aquellos de más de 80 años, que no pueden votar, pero sí participar en las discusiones— se reúnen en las llamadas congregaciones generales. Estos encuentros sirven para poner sobre la mesa los grandes desafíos que afronta hoy la Iglesia católica, y también son el escenario donde se tejen alianzas y se perfilan las preferencias para los posibles sucesores.
Cuando se abra formalmente el cónclave, los cardenales electores se recluirán en la Capilla Sixtina. Allí, no hay debate: es un espacio de silencio, plegaria y votación. Las decisiones se toman mediante escrutinios secretos, en un proceso que mantiene la tradición y el misterio que rodea la elección del nuevo Papa.