El calor del verano es intenso. En algunas partes más que otras. Especialmente, si se combina con la humedad, que se vuelve más palpable año tras año. Pero en la ciudad más calurosa de los Estados Unidos, llena de cemento, el sol cae sobre un desierto completamente seco. Phoenix bate récords tanto en temperaturas como en número de muertos y está aprendiendo a base de porrazos que el calor que hace es grave. Vivir en la zona de Phoenix se ha vuelto mortal por la combustión de combustibles fósiles que eleva las temperaturas a niveles peligrosos. Las temperaturas son entre 5 y 6 grados más altas en Phoenix, y los muertos por calor se han cuadruplicado, pasando desde de los 154 de 2016 al hito del año pasado con 645, según apunta la CNN.

Los forenses, tal como destaca el mismo portal, han confirmado cerca de 40 muertos por calor desde comienzo del año y han puesto bajo investigación más de 400 más antes de finales de julio, cosa que genera temores de que este año podría ser todavía más mortal. Phoenix se ha convertido en un experimento de adaptación en tiempo real, mientras que los socorristas, los trabajadores de la salud y los planificadores urbanos se esfuerzan por mantener la ciudad habitable. "Compran máquinas de hielo más grandes", dice el jefe de bomberos de Phoenix, Robert McDade, a los encargados de emergencias que llaman en busca de asesoramiento desde todo el mundo. 

McDade está ayudando a reescribir el manual sobre cómo salvar a las personas de la muerte por calor. "Algunas cosas siguen siendo iguales, incluso quiénes son los más vulnerables: contrariamente a la creencia que los niños son los más adaptables entre nosotros, los jóvenes están particularmente en riesgo, igual que los ancianos". McDade recordó a un niño de 10 años que murió recientemente a causa del calor durante una caminata, y tiene demasiados ejemplos de otros que han muerto porque no tienen aire acondicionado en casa. "Tenemos muchos trabajadores que se dedican a la jardinería y la construcción", ha destacado. "Están trabajando al aire libre. Tenemos que llegar". "Y después, por descontado, tenemos los que no tienen hogar".

Cada minuto que pasamos con una temperatura corporal superior a los 38,8 grados "está cocinando el cerebro y los órganos empiezan a dejar de funcionar", habría detallado el jefe de bomberos a la CNN. Hasta ahora, a las víctimas de un golpe de calor no se les aplicaba hielo hasta que no llegaban al hospital. Ya no es así. Ahora, todas las ambulancias y camiones de bomberos de la flota de la ciudad están equipados con bolsas para cadáveres llenas de hielo. Cuando alguien es víctima de un golpe de calor, los servicios de emergencia lo sumergen en las bolsas de hielo para iniciar el enfriamiento inmediatamente, una estrategia que ha demostrado funcionar en deportes y miembros del ejército.

¿Qué se está haciendo para luchar contra el calor?

La gobernadora de Arizona, Katie Hobbs, ha ido más allá con una orden ejecutiva que impulsó la conversión de 18 contenedores de envío a centros de refrigeración móviles alimentados con energía solar. Otros están trabajando para alterar el mismo medio ambiente para reflejar la radiación solar hacia el espacio y evitar que los alrededores sólidos (pavimento, edificios, aceras) se calienten tanto que puedan causar quemaduras de tercer grado.

Jennifer Vanos, profesora asociada a la Escuela de Sostenibilidad de la Universidad Estatal de Arizona, destaca que techos blancos reflectantes son estándar a la mayoría de los edificios comerciales, se han creado más de 193 kilómetros de "pavimento fresco" con un sellador que refleja suficiente luz solar para reducir las temperaturas de la superficie hasta 8 grados. Además, también se ha puesto en marcha un programa de "marquesinas para niños" que prioriza la plantación de árboles en torno a las escuelas y los patios.

Un estudio de la Universidad Estatal de Arizona de 2021 titulado "50 grados de sombra" descubrió que los árboles frondosos no autóctonos sobre grava y "cánones urbanos" y galerías bien dispuestos comportan cierto aligeramiento y temperaturas un poco más bajas, pero estos requieren tiempo para crecer y construirse. Mientras tanto, los que están a primera línea se concentran en salvar vidas con una bolsa para cadáveres llena de hielo. ¿Acabará pasando lo mismo en Barcelona?