Los Estados Unidos se encuentran ante la peor filtración de documentos clasificados que sus servicios de Inteligencia han sufrido en años, según informa The Guardian. Todo ha puesto a Washington en situación difícil por varios motivos. Por una parte, por la vulneración de su misma seguridad al filtrarse documentos. Por otra parte, por lo que contienen estos documentos, que muestran detalles de la falta de munición en Ucrania, las estrategias para espiar contra sus enemigos y pruebas que apuntan que los Estados Unidos habrían espiado a algunos de sus aliados.
Ucrania, Corea del Sur e Israel son algunos de los aliados estadounidenses que habrían sido espiados por Washington, según muestra la última filtración. En concreto, uno de los documentos apunta que el Mosad, el servicio de espionaje exterior de Israel, podría haber funcionado como motor de las protestas contra la reforma judicial impulsada por el Gobierno de Benjamin Netanyahu. Se trata de una hipótesis que la oficina del primer ministro israelí ha remarcado que "no tiene fundamento".
Otros documentos muestran que los EE.UU. habrían espiado en marzo a altos cargos surcoreanos que estaban hablando sobre la presión que Washington había ejercido sobre Seúl para que enviara armas a Ucrania, en violación de la política surcoreana que tradicionalmente se niega a suministrar armas a países en conflicto. La noticia ha impactado profundamente en Corea del Sur, donde la oposición ha pedido al presidente surcoreano, Yoon Suk-yeol, que cancele la visita a los Estados Unidos que tiene previsto hacer.
Sin embargo, la peor parte recae en Ucrania. La mayoría de los documentos militares y de inteligencia filtrados están relacionados con la guerra en Ucrania y dan detalles sobre los planes de los Estados Unidos y la OTAN para reforzar la ofensiva de Ucrania en la guerra contra Rusia.
El peligro para los EE. UU.
"No sabemos quién está detrás de eso, no sabemos cuál es el motivo o qué más puede haber fuera", ha reconocido en una rueda de prensa John Kirby, a uno de los portavoces de la Casa Blanca. La filtración, que sería la mayor desde la de Edward Snowden en 2013, supone un grave problema diplomático por el supuesto espionaje a sus aliados y un peligro para la seguridad nacional.
Si bien Kirby ha adelantado que algunos de los documentos que se han filtrado son falsos, sí que hay contenido real que compromete a los Estados Unidos. Chris Meagher, uno de los portavoces del Pentágono, ha calificado la situación de "riesgo serio", que puede alimentar campañas de desinformación. Según publica The Guardian, un informe apunta que esta filtración sería "la punta del iceberg" del total de material que se podría acabar haciendo público.