Tres turistas catalanes y tres ciudadanos afganos han sido asesinados a tiros este viernes en Afganistán, al ser su grupo sorprendido por individuos no identificados que han disparado desde un callejón mientras visitaban el mercado el Bamiyan, una ciudad mediana en el corazón del país asiático. Una mujer, también catalana, se encuentra hospitalizada en estado crítico en Kabul, a la espera de tener la evaluación médica que permita su repatriación, según ha informado este sábado al ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares. La repatriación de los cuerpos será "tan pronto como sea posible", mientras que una delegación diplomática ya se desplaza a Kabul. De momento, hay siete sospechosos detenidos y ningún grupo insurgente o terrorista ha reivindicado el ataque. El ministro ha reiterado que España desaconseja totalmente visitar Afganistán y ha instado a evitarlo bajo cualquier circunstancia, dado el peligro de sufrir un atentado o un secuestro. De hecho, desde 2021 la embajada española en Afganistán opera desde Doha (Qatar), de forma que no tiene capacidad de actuación directa dentro del país. ¿Sin embargo, cuál es la realidad política allí y porque es tan peligroso? ¿Quién puede estar detrás del asesinato?
Primero de todo, Afganistán es un territorio hundido por conflictos armados a lo largo de décadas. Desde agosto del 2021 Afganistán lo gobiernan de facto los talibanes, es decir, un grupo político-religioso y militar de fundamentalistas islámicos, que después de años de guerrilla contra la invasión estadounidense, las tropas de la OTAN y el gobierno de la República Islámica apoyada por los EE.UU. (2004-2021) recuperaron el poder aprovechando que Occidente retiró sus las tropas pocos meses antes, con una ofensiva rápida sobre Kabul que propició la huida del hasta entonces presidente Ashraf Ghani y la evacuación a gran escala de civiles, autoridades y diplomáticos extranjeros a través del aeropuerto de Kabul.
Gobierno de los talibanes, crisis humanitaria y violaciones de los derechos humanos
Desde la toma del poder por parte de los talibanes y la constitución de un autoritario Emirato Islámico, la situación en Afganistán ha estado todavía más dura: crisis humanitaria, inestabilidad económica y pobreza (con 6 millones de personas sufriendo hambre, según la UE), represión, restricciones a las mujeres y niñas, falta de libertad de expresión, política o religiosa, torturas, arrestos, ejecuciones y todo tipo de violaciones de los derechos humanos, según denuncian ONG como Amnistía Internacional o el mismo Consejo de estados miembros de la Unión Europea, que ha dado últimamente varios millones de euros en el país asiático en ayuda humanitaria y que, a su vez, aplica sanciones diplomáticas contra el gobierno talibán como la inmovilización de activos de personas y entidades de allí, la prohibición de viajar o embargos de armas.
El Estado Islámico como una amenaza constante
Paralelamente, en territorio afgano opera también el grupo yihadista Estado Islámico, que ha sido el principal rival de los talibanes desde la retirada de las tropas internacionales y ha reclamado la autoría de casi la totalidad de los ataques y atentados cometidos desde que los talibanes asumieron el poder. Si bien los talibanes insisten en negar que la organización armada represente un desafío de seguridad, el Estado Islámico de Khorasan, la rama afgana del grupo terrorista, se ha erigido en la principal amenaza armada a la estabilidad del país. Los ataques, no obstante, tienen como objetivo en la mayoría de ocasiones en miembros de minorías musulmanas, o las mismas fuerzas de los talibanes; mientras que los ataques a extranjeros son mucho más extraños, afirman fuentes sobre el terreno de EFE. En 2022, dos extranjeros resultaron heridos en un atentado de Estado Islámico contra un hotel de Kabul y desde el 2004 ha habido una quincena de ataques en los cuales se hayan visto involucrados turistas.
Siete detenidos, todavía no se ha dirimido la autoría
En lugar del atentado ha sido la ciudad de Bamiyan, a unos 130 kilómetros de Kabul, la capital del país. Había sido una de las principales localidades turísticas del país, como patrimonio de la humanidad de la Unesco por sus ya desaparecidos budas tallados en la piedra de una montaña, si bien desde la llegada de los talibanes en poder en agosto de 2021 la visita de extranjeros se ha caído a mínimos. De momento, hay siete sospechosos detenidos, según ha afirmado en EFE el portavoz del Ministerio del Interior del gobierno talibán, Abdul Matin Qani, si bien todavía no hay ninguna información sobre la autoría de los hechos. De momento, ninguna organización terrorista o insurgente ha reivindicado la autoría. El gobierno talibán, que hace tiempo intenta proyecta una normalización y mejorar su imagen exterior, ha asegurado que condenan "enérgicamente este accidente" y ha asegurado que "todos los criminales serán encontrados y castigados", en palabras del ministro del Interior, Abdul Mateen Qani.