Alquilar una habitación decente en un piso compartido en la capital de los Estados Unidos, Washington D.C, cuesta más de 1.000 dólares. Un pequeño sótano en Capitol Heights, municipio más bien deprimido a 14 kilómetros de la capital, unos 1.200 dólares, explica Seymour, conductor de Uber azerbaiyano. Si la inflación ha hecho que en los últimos dos años a los trabajadores de los Estados Unidos les cueste cada vez más llegar a final de mes, es en parte porque la subida de los precios de la vivienda desde la pandemia se han disparado. Y el bolsillo, como siempre, será un factor clave para decantar el voto hacia Kamala Harris o Donald Trump.
Aunque no está entre las principales preocupaciones de los estadounidenses, 3 de cada 4 adultos creen que la falta de vivienda asequible es un problema "significativo" para el país", según un estudio de J. Ronald Terwilliger Center for Housing Policy and the National Housing Conference. El 83% de los electores demócratas y el 68% de los republicanos coinciden en este punto, mientras el 65% reconocen que los precios han subido a su región, con un 50% de encuestados que tienen problemas para pagar el alquiler.
Este mismo estudio muestra que un 52% han visto crecer el sinhogarismo a su comunidad y no cuesta ver acampadas con decenas de personas que no pueden pagar un alquiler en diferentes ciudades.
Enfangados en reproches, acusaciones e insultos, los candidatos han marcado más la agenda con descalificaicones como la de Harris llamando "fascista" a Trump o este acusándola de estar "dañada mentalmente", pero las propuestas económicas y relacionadas con la vivienda tienen su espacio prioritario en los anuncios televisivos y a las conversaciones de los norteamericanos.
En las afueras de Washington, ya en el estado de Virginia, en las ciudades de Fairfax y Vienna, las casas familiares nuevas se están vendiendo entre medio millón y un millón de euros. Inga, de Reston, celebra que compró una casa sencilla de dos pisos por 83.000 euros en los años 80. "Fue duro para nosotros, porque éramos profesores y teníamos hijos. Ahora, en el mismo grupo de viviendas, venden uno por medio millón de euros", relata.
Emily, vecina de Tacomo Park, en Maryland, dice que la vivienda es "un gran problema" en la ciudad donde vive. "Allí había mucho tipo de vivienda históricamente, pero ahora hay cada vez menos vivienda asequible para los trabajadores. A dos bloques de mi casa, están vendiendo uno por dos millones de euros, dos millones!!".
Isa, finalmente, catalana que vive en Bethesda, Maryland, compró una casa hace tres años con su marido norteamericano, Sam, y por suerte consiguió una hipoteca "razonable" porque los tipos de interés eran bajos entonces. "Aquí la gente se endeuda mucho y yo no estoy tan acostumbrada", explica. Su marido añade: "Por suerte, yo tenía mis estudios pagados, porque es bien habitual que aquí acumules la deuda por la universidad con la deuda por la vivienda e incluso una deuda médica".
Las propuestas de Trump i Kamala para la vivienda
Las propuestas de Kamala Harris, similares a los últimos posicionamientos en vivienda del presidente español Pedro Sánchez, son más concretas y amplias que no las de Trump, que confía gran parte de su política de vivienda a que las deportaciones masivas hagan bajar los precios y a limitar los tipos de interés de las hipotecas.
También ha anunciado el candidato republicano que pondrá terrenos federales disponibles para construcción de vivienda y que agilizará la burocracia, medida esta en la que coincide con Harris.
Kamala, mucho en la línea de las políticas de Pedro Sánchez, ha anunciado que aprobará una ley "por prohibir nuevas formas de fijación de precios de los propietarios corporativos", es decir, para regular los precios del alquiler de empresarios rentistas. Biden ya propuso una limitación de subidas a un máximo del 5% de los precios de alquiler.
Además, fomentará la construcción de 3 millones de viviendas de alquiler asequible con incentivos a los promotores y dará avales de 25.000 dólares a los que compren vivienda por primera vez con el fin de facilitarlos ser propietarios.
Subida desbocada desde la pandemia
Todo eso para afrontar un problema de precios que no es nuevo y que se acentuó a raíz de la pandemia de la covid-19, cuando los movimientos internos añadieron presión a algunas áreas sin acabar de sacarle a otros.
Así, un infográfico de New York Life Investments muestra que el precio de la vivienda de compraventa creció desde el 2017 hasta el 2022 un 59,8% por término medio a los Estados Unidos, pero llega al 121,6% en Idaho, al 99,6% en Utah o al 91,4% en Arizona, uno de los estados clave con frontera con México.
En el estado de New York la subida es del 50,3%, en el D.C del 34,8% y supera el 80% en estados como Washington, Nevada o Florida.
Datos del gobierno norteamericano muestran que en el 2019 comprar un piso costaba por término medio a los Estados Unidos 376.000 de dólares y ahora se llega al medio millón de dólares. Por regiones, el sur es la región más barata para comprar, con una media de 447.200 dólares, mientras que la más cara está en el Nordeste (donde se encuentran Nueva York, Massachussets y Pensilvània, entre otros), con 883.000 euros por término medio.
Alquilar un apartamento cuesta por término medio 1.713 dólares en el 2024, después de una leve caída el último año efecto rebote de las grandes subidas posteriores a la pandemia, después de que la construcción se haya acelerado en el último año. En los últimos cinco años, la subida media ha sido del 35,4% a todo el país.
Si Oklahoma es uno de los más baratos con 989 dólares por término medio de precio de alquiler de un piso familiar, en New York (2.639 dólares), Massachusetts (2.714) y California (2.531) encontramos los más caros.
Salarios que no llegan para el alquiler
El salario medio nieto en los Estados Unidos es de 59.428 dólares, 4.952 euros que hacen que a en los estados más caros se pueda llegar a destinar la mitad del sueldo a los alquileres. Pero si miramos por el lado de los trabajadores a más pobres, el salario mínimo en los Estados Unidos es de 7 euros la hora, con estados que lo fijan bastante más arriba como California (16 dólares) o Colorado (14,42).
Así pues, los que cobran el salario mínimo en California justo cobran 2.560 dólares, lo que cuesta por término medio alquilar un piso a su estado, tendrían que dedicar el 100%. Si miramos el salario mínimo a partir del estatal, con los 1.120 dólares en el mes se quedan muy lejos de poder pagar un alquiler a la mayoría de los estados.
National Low Income Housing Coalition, que se dedica a estudiar políticas para hacer accesible la vivienda para todo el mundo, calcula que hay 7 millones de viviendas asequibles en un país con 10,8 millones de personas viviendo con ingresos extremadamente bajos. Y no hay ningún estado o contado donde un trabajador con el sueldo mínimo pueda afrontar un apartamento de dos habitaciones. Compensar este sobreesfuerzo de los trabajadores, aunque no esté en el centro de la campaña política de los Estados Unidos, puede ser una de las claves de los futuros gobiernos, como sucede a España y a tantísimos países del mi.