El rey Felipe VI ha viajado este lunes a Puerto Rico para celebrar los 500 años de la fundación de la ciudad de San Juan. Los puertorriqueños le han dado una particular y hostil bienvenida: han derribado la estatua de Juan Ponce De León, conquistador español y primer gobernante de la isla caribeña. El grupo Fuerzas Libertarias de Borikén se ha atribuido la acción de protesta ante la visita del monarca. "Ni reyes, ni invasores", han exclamado. A los puertorriqueños no les ha gustado la llegada de Felipe VI y se lo han hecho saber. A través de un comunicado, han asegurado que Juan Ponce de León fue el primer gobernador en "imponer la tiranía española, que representa lo peor".
Esta madrugada la plaza de San José, en el Viejo San Juan, ha amanecido con la estatua del conquistador español derribada y con las piernas cortadas. Un gran número de residentes de la isla son contrarios a las figuras coloniales, aseguran que estas representan "el aplastamiento de nuestros ancestros taínos que resistieron". "La historia no se ha explicado bien, pero lucharemos como los pueblos originarios de Borikén", han dicho en un comunicado. A la monarquía le crecen los enemigos, el mensaje de Puerto Rico contra la institución española es claro: "Felipe VI es un invasor gringo". El Borbón no lleva ni tan siquiera 24 horas en la isla caribeña que ya ha recibido la primera muestra de desprecio, destruyendo los símbolos de lo que un día fue el imperio español.
El coronel José Juan García, comisionado de la policía de San Juan, ha declarado que los agentes que patrullaban por las calles empedradas del distrito oyeron un fuerte ruido a las 4:30 de la madrugada y encontraron esta estatua rota. "Sonó como una explosión", ha asegurado. La estatua volatilizada está hecha de hierro fundido de cañones británicos y representa en el explorador español mirando hacia el sur con la mano izquierda en la cadera y el dedo derecho apuntando hacia el primer asentamiento que creó. La escultura también apunta en la misma dirección de la Catedral de Sant Joan Bautista que tiene los restos de Ponce de León. Cristòfol Colom desembarcó en Puerto Rico en 1493 acompañado de Ponce de León, que se convirtió en el primer gobernador de la isla y combatió el levantamiento de los nativos taïns. Puerto Rico siguió siendo una colonia española hasta 1898, año que España transfirió la isla en los Estados Unidos al final de la guerra hispano-estadounidense.
Felipe VI ha iniciado hoy una visita por la isla con una agenda que incluye una recepción de alfombra roja en la Casa real española del Viejo San Juan, cerca de donde ha sido derribada la estatua. El Borbón hace a esta visita a Puerto Rico en respuesta a la invitación del alcalde de San Juan, ciudad fundada por los conquistadores españoles en 1521. El monarca viaja a la isla con intenciones de estrechar los lazos culturales, pero, en especial, para equilibrar una balanza comercial muy favorable para el Estado Libre Asociado a los EE.UU., Puerto Rico.
Tejemanejes reales
Hace unos días se supo que Felipe VI canceló un contrato de renting de la Casa Real con el Grupo Volkswagen-Audi por un Bentley Bentayga, un exclusivo vehículo tipo SUV valorado en más de 250.000 euros que iba a cargo de los presupuestos del Estado, según publica hoy El Confidencial. "El coche fue devuelto al fabricante de manera anticipada en junio del 2020 después de que el actual jefe del Estado concluyera no era necesario para el desarrollo de las funciones propias de la institución", explicita el diario. Con él, el emérito fue a cazar durante tres años, desde finales del 2017, cuando la Casa Real le adjudicó junto con dos vehículos más de alta gamma de la marca Audi, estos utilizados por otros miembros de la familia. La licitación se tramitó sin concurrencia con un importe final de 28.556 euros y una duración de un año, aunque fue prorrogada automáticamente durante los ejercicios siguientes. Este Bentley se habría paseado por la finca La Flamenca, de 4.000 hectáreas, situada en el sur de Madrid, en el valle de Aranjuez. Cuenta con más de 60 puntos desde donde cazar perdices, a sólo 45 minutos en coche desde el centro de Madrid. Además, el servicio que gestiona las cacerías garantiza discreción y excursiones programadas de forma personal y confidencial.