El jefe de Wagner, Ievgueni Prigojin, y sus tropas abandonan Rusia después de más de 24 horas de polvo en el Kremlin y, en concreto, en Vladímir Putin. Ninguno de los dos bandos, que ayer firmaron una tregua en las puertas de Moscú con la mediación de Bielorrusia, han querido referirse a los hechos como golpe de estado. Tanto Wagner como el Kremlin han rehuido el término y han utilizado otros como "traición", marcha por la justicia o "levantamiento militar". Sea lo que sea, miles de soldados de una compañía de mercenarios se asomaron a las calles del sur del país con la intención de llegar a la capital impactante en la vida diaria de los ciudadanos de Rusia, que el pasado sábado se despertaron sin saber lo que los esperaba en las calles.
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La colisión de estos dos mundos, el militar y el civil, ha dejado imágenes impactantes las en ciudades ocupadas por los mercenarios. Desde curiosos que no podían evitar acercarse a grabar con sus teléfonos como los milicianos de Wagner tomaban posiciones, hasta basureros que la revuelta militar no les ha detenido de seguir trabajando. Incluso, algunos de los mercenarios han aprovechado las horas muertas de toda revuelta militar para visitar las cadenas de comida rápida de Rostov.
Mientras que algunos ciudadanos rusos intentaban marcharse de las ciudades por donde pasaba Wagner, otros se han quedado, es más, se han acercado a los tanques y a los mercenarios de Wagner. Interesados o admirados, algunos rusos partidarios del levantamiento de Wagner han pedido fotografías a los mercenarios como si fueran celebridades o han dejado a sus hijos que puedan en los tanques de Wagner. Incluso se han podido ver circulando tanques y patinetes eléctricos unos junto a otros.
El tratamiento de celebridad que ha recibido Wagner es chocante, ya que hay que recordar que no se trata de un levantamiento de una facción del ejército regular como pasa en otras revueltas militares, sino que son milicianos de una compañía de capital privado que se dedica a la guerra. Si bien se ve claramente que algunos rusos ya tienen mucha animadversión en el gobierno de Putin, lanzarse a los brazos de una compañía de mercenarios que acumula denuncias públicas de crímenes de guerra es, como mínimo, impactante.
Imágenes de una retirada
Aquellos ciudadanos que no huyeron con la llegada de Wagner, se han quedado a observar la partida de los mercenarios. Su retirada ha sido acompañada de clamores a favor, aplausos y móviles inmortalizando el momento. La manera de celebrar de los civiles y los mercenarios ha chocado en algún momento, por ejemplo a Rostov donde en medio de la celebración un miliciano de Wagner ha disparado su arma al cielo en señal de celebración y algunos de los presentes se han marchado rápidamente.