Un equipo internacional de investigadores, con la participación del Instituto de Astrofísica de Canarias (YAK), ha descubierto un exoplaneta del tamaño de la Tierra que podría estar cubierto de volcanes. Este intrigante hallazgo ha sido denominado 'LP 791-18 de y se ha comparado su actividad volcánica con la de 'Io', uno de los satélites de Júpiter y el objeto con mayor actividad geológica en nuestro sistema solar. Los resultados de esta investigación se publicaron recientemente en la prestigiosa revista científica Nature.
De acuerdo con el estudio, este planeta orbita en torno a una pequeña estrella roja situada a unos 90 años luz de la Tierra, a la constelación Cráter. Se estima que este exoplaneta es ligeramente mayor y más masivo que la Tierra y forma parte de un sistema planetario que ya cuenta con dos mundos conocidos, 'LP 791-18 b' y 'c'. La particularidad de este sistema planetario radica en el hecho que, durante cada órbita, los planetas 'de y 'c' pasan muy cerca el uno del otro. Eso genera un estirón gravitatorio significativo a causa de la masa mayor de 'c', lo cual produce una órbita ligeramente elíptica para 'd'. Como resultado, el planeta sufre deformaciones cada vez que completa una vuelta en torno a su estrella.
Según explica Merrin Peterson, estudiante de posgrado de la Universidad de Montreal (UdeM) y líder del estudio, estas deformaciones pueden generar suficiente fricción interna para calentar el interior del planeta y dar lugar a actividad volcánica en su superficie, en un proceso similar a lo que ocurre entre Júpiter y algunas de sus lunas. El planeta 'de se encuentra en el borde interior de la zona habitable, es decir, en el rango de distancias en su estrella, donde podría existir agua líquida en la superficie de un planeta. Por lo tanto, si la actividad volcánica es tan intensa como sospechan los investigadores, podría mantener una atmósfera y las temperaturas en el lado oscuro del planeta podrían descender bastante para que el agua se condense en la superficie.
Un estudio "muy revelador"
Felipe Murgas, investigador del YAK y coautor del artículo, señala que "este estudio es muy revelador ya que una de las grandes preguntas de la astrobiología, el campo que estudia los orígenes de la vida a la Tierra y más allá, es si la actividad tectónica o volcánica es necesaria para la vida". Por su parte, Enric Pallé, investigador del YAK que también ha participado en el estudio, sostiene que "además de proporcionar potencialmente una atmósfera, estos procesos podrían agitar materiales que de otra manera se hundirían y quedarían atrapados en la corteza, incluidos los que se cree que son importantes para la vida, como el agua o el carbono."