El ganador de las últimas elecciones, Joe Biden, se preguntó con sorpresa cómo hubiera sido la reacción contra los radicales de Trump si en vez de él hubieran sido, otra vez, el movimiento social Black Lives Matter. Viendo los precedentes, a buen seguro que diferente. También los líderes de la Cámara Baja y del Senado, los demócratas Nancy Pelosy y Charles Schumer, pidieron asumir responsabilidades por parte de los barreños de seguridad del Capitolio y la respuesta, finalmente, ha llegado.

La cabeza de la policía del Capitolio de Washington, Steven Sund, presentó su renuncia por carta ayer y se hará efectiva a partir del 16 de enero: "Ha sido un placer y un verdadero honor servir la Junta de Policía del Capitolio de los Estados Unidos y la comunidad del Congreso", ha admitido Sund. La multitud enfadada el miércoles desbordó a los agentes de policía, rompiendo el edificio del Capitolio, ventanas, destruyendo oficinas del Congreso y luchando contra oficiales. Más de 50 agentes resultaron heridos y cuatro civiles y un policía murieron en medio del caos; la policía dijo que tres murieron a causa de emergencias médicas y que una mujer de California fue mortalmente disparada por la policía.

Carta de renuncia de Steven Sund

Un extenso currículum

Sund fue investido como el décimo jefe de policía en junio de 2019. Se unió a la policía del Capitolio de los Estados Unidos (USCP) en el 2017 como ningún adjunto de policía y ninguna de operaciones. Hasta ahora, era muy bien conocido y respetado a las comunidades académicas y policiales por su experiencia operativa y de mando, así como por su formación especializada. También sirvió al Departamento de Policía Metropolitana (MPD) de Washington, EL MI, durante más de 25 años. Se retiró de MPD como comandante de la división de operaciones especiales, dentro de la Oficina de Seguridad Nacional. En esta tarea, el entonces comandando Sund supervisaba varias unidades especializadas para incluir el equipo de respuesta de emergencia.

¿Cómplices de los radicales?

El ayuntamiento de Washington había avisado desde principios de semana del caldo de cultivo de que se estaba generando. Incluso la población fue llamada a tapiar puertas y ventanas, sobre todo aquellos que vivían en las calles próximas al Capitolio porque preveían, desde hacía días, una revuelta. A pesar de los avisos de la administración municipal, estos fueron poco escuchados por las fuerzas de seguridad de la entidad.

La representante Maxine Waters recriminó a Sund sobre sus preparativos para varios escenarios: ¿se aseguraron los terrados? ¿Se bloquearán las calles? ¿Sabía que grupos violentos como los Proud Boys y los Oath Keepers juraban provocar el caos? Waters, demócrata de California, dijo que cada una de sus preocupaciones recibió una respuesta similar  del jefe durante su llamada de toda una hora: "Me aseguró que lo tenían todo controlado, que estaban encima de todo". Pero no sólo eso.

Un oficial de la Policía del Capitol, como mínimo, se ha sabido que dio apoyo a los ultras, según el presidente del sindicato de la Policía del Capitol, Gus Papathanasiou. La policía del Capitolio parecía ofrecer poca resistencia y detuvo sólo a 14 personas, cosa que hizo que fuera mucho más difícil encontrar y cargar contra los antidisturbios, según un oficial de las fuerzas de la orden que coordinó la respuesta.