Disturbios en Alemania. La policía intenta desalojar a todo un pueblo para hacer una mina, en medio de la resistencia de centenares miles de activistas ecologistas y vecinos. Se trata de la localidad de Lützerath (oeste), donde la corporación RWE quiere incrementar la explotación de carbón en la mina Garzweiler II. El pueblo está muy cerca de la explotación y los habitantes están obligados a marcharse, pero los activistas han ocupado las casas para convertirlas en un sitio emblemático del movimiento de defensa del clima. El conflicto se intensificó el 11 de enero, cuando los agentes antidisturbios empezaron a zurrar manifestantes para que se pueda acabar de destruir la localidad.
El ambiente político está tenso, sobre todo si tenemos en cuenta que el jefe de la policía encargada del desalojo es Dirk Weinspach: militado de Los Verdes. Desde el lunes pasado, Weinspach insiste en el hecho de que comparte las ideas de los activistas — pero que la destrucción de Lützerath es inevitable, ya que la decisión se ha tomado de manera jurídicamente correcta. Así pues, el miércoles pasado empezó el desalojo y los manifestantes recibieron a los agentes antidisturbios con piedras, pirotecnia y cócteles Molotov. Los disturbios han continuado hasta este domingo y el colectivo Lützerath lebt (Lützerath vive, en castellano) ha compartido vídeos.
Fue el jueves cuando la policía reconoció que no sabía cuando acabaría el desalojo de Lützerath, que a estas alturas todavía continúa. Es verdad que la operación avanza más de prisa de lo que se preveía, en parte por las malas condiciones meteorológicas que dificultan la resistencia de los activistas (aunque las autoridades tampoco lo tienen fácil en el barro, como se ve en las imágenes). Pero todavía hay manifestantes que aguantan en la pequeña localidad, formando cadenas humanas o atrincherándose bajo tierra. Los agentes antidisturbios han retirado gran parte de los ecologistas y la corporación energética ha retirado cabañas construidas por los activistas, que hace meses que se han asentado en el pueblo para evitar o retrasar la destrucción.
Los manifestantes han acusado a la policía de hacer un uso desproporcionado de la violencia, con mucha gente herida: huesos rotos, personas inconscientes, mordeduras de perro... También han publicado un vídeo que muestra a personas en un túnel oculto bajo Lützerath, que se encuentran en "peligro de muerte" si la maquinaria de demolición no se detiene. "Si queremos un mundo en el cual todas las personas puedan vivir bien, tenemos que acabar con cosas como el lignito (una variedad de carbón)", dice uno de los encapuchados que sale en el vídeo. El servicio técnico de protección ciudadana ante catástrofes (THW, en alemán) tiene dificultades para sacar fuera a los ecologistas atrincherados bajo tierra.
Por su parte, el gobierno alemán ha condenado la "violencia" ejercida por los activistas contra los agentes antidisturbios. "La protesta tiene que ser pacífica y situarse en el marco de la ley", ha llegado a decir el portavoz de la cancillería, Steffen Hebestreit. Y el ministro de Economía y Clima, el verde Robert Habeck, ha criticado las protestas y las ha tildado de erróneas. "Hay muchas buenas razones para manifestarse a favor de una mayor protección del clima, por mí incluso en contra de Los Verdes. Pero Lützerath es sencillamente el símbolo erróneo", ha dicho. La cosa es que el estado del Renania del Norte-Westfalia abandonará el carbón en 2030 y se quieren aprovechar estos últimos años para incrementar la extracción ante la crisis energética derivada de la invasión rusa de Ucrania. Es por esto que Habeck ha asegurado que esta polémica explotación es "el punto final" de la minería a cielo abierto, no un símbolo de continuidad de estas prácticas.
Este sábado tuvo lugar una marcha masiva en la localidad de Keyenberg, al lado de Lützerath. La mediática activista sueca Greta Thunberg participó en la manifestación y atacó al gobierno alemán por cerrar acuerdos con corporaciones energéticas. "La ciencia lo dice claramente: el carbón tiene que permanecer bajo tierra, tenemos que detener la destrucción de nuestro planeta. El carbón continúa en el suelo, seguimos aquí, Lützerath todavía existe y mientras el carbón siga bajo tierra, esta lucha no habrá acabado. No pensamos desistir", sentenció Thunberg, en una movilización que superó de largo a las 10.000 personas.