Los que han conocido a Donald Trump (New York, 1946) coinciden, según las biografías que se han escrito sobre él, en que siempre quiso ser el centro de atención, que hacía lo que fuera para ganar. Él mismo así lo ha reconocido. Hijo de un empresario inmobiliario de Queens, Donald Trump creó otro imperio inmobiliario en Manhattan y atrajo a la prensa con su vida de lujo y fiestas antes de convertirse en candidato y presidente el año 2016. Durante sus primeros años, ya distorsionaba la realidad en favor suyo. Hoy, remueve al fantasma del fraude electoral antes ni siquiera de que se celebren los comicios.
Con tres juicios abiertos contra él y una sentencia en contra blindada por la decisión del Supremo (que él apuntaló) de dar inmunidad total a los expresidentes, para Trump es importante ser presidente en parte para no perder esta protección legal sin la cual podría acabar la prisión. Por eso, remueve al fantasma del fraude y de la rebelión, como hacen sus seguidores, y por eso los votantes demócratas tienen miedo a un nuevo asalto al Capitolio como lo que lideró el año 2021.
La cantidad de falsedades, medias verdades e incitaciones a la violencia de que expresa Donald Trump es tamaña que ya casi no llaman la atención ni ocupan portadas, pero sí que mantienen el magnetismo con el público. Sus mítines son un espacio seguro para la incorrección, el odio y la provocación, a veces con un tono sarcástico que hace difícil condenarlo o tomárselo del todo en serio. Pero ofrecen también una sensación de comunidad, de familia, a sus votantes, a los que Trump hace sentir todo el rato especiales con frases como "os amo" o "este lugar es increíble".
Esta última frase la pronunció durante uno de sus últimos mítines después de decir que Harris no había trabajado a un McDonald's y como respuesta a una persona del público que había gritado "ha trabajado haciendo la esquina"!. Después de reírle las gracias, rebajó: "Pero que conste que lo ha dicho él, no yo". Y así juega con los límites de lo que es o no permisible y flirtea con el insulto, como cuando dice que Harris tiene un bajo cociente intelectual o cuando asegura que Liz Cheney, republicana en la campaña de Harris, tendría que probar cómo es "tener nueve armas apuntándote".
Pero si algún episodio ha impulsado en Trump como mártir y figura mística es el disparo recibido en la oreja en un mitin de Butler, Pensilvània, en plena campaña. Después, se levantó y gritó lo que ha sido uno de sus gritos de guerra preferidos: ¡"Fight, fight, fight!", o "lucha, lucha, lucha"!. Si eso lo catapultó en las encuestas contra Biden, la irrupción de Harris acaparando la atención lo neutralizó, pero en las últimas semanas la carrera se ha vuelto a equilibrar.
Los inicios
El padre de Donald Trump, Fred Trump, ganó dinero con promociones de pisos de protección social en el barrio de Queens. Los profesores de Donald niño ya explicaban que le gustaba hacerla grande, y de hecho le hizo un azul en el ojo con un puñetazo a uno ellos. "Siempre me ha gustado remover las cosas", ha dicho él en alguna ocasión.
Fue un jugador de béisbol notable durante su juventud y con 13 años ya adelantó que se haría famoso durante su estancia en una academia militar en la cual ganaba distinciones por su gen competitivo. Después de sopesar la idea de estudiar cine, acabó estudiando economía y negocios, no sin antes evitar ir a la guerra de Vietnam con un informe médico de un problema en el talón firmado por dos médicos que vivían justo en apartamentos de su padre.
Se puso a trabajar con su padre y muy pronto llegó su primer escándalo para hacer trampas. Fue el año 1973, cuando agentes federales infiltrados se hicieron pasar por compradores potenciales de viviendas de sus promociones y descubrieron que tenían prohibido vender vivienda a personas negras, en contra de lo que ya entonces dictaba la ley. El estado lo denunció por discriminación racial en al menos 14.000 apartamentos, pero consiguió un acuerdo a partir del cual no tenía que asumir ninguna culpa o responsabilidad, sino tan solo cambiar sus prácticas. "Si te rindes una vez, tienes la reputación de que te rindes", dice en su libro autobiográfico.
Fortuna y fama
Trump quiso dar el salto de Queens a Manhattan, centro de poder económico, con inversiones inmobiliarias que ayudaron a revitalizar la parte más decadente de la ciudad. Otra de las trampas que hizo Trump fue llamar a Forbes haciéndose pasar por un trabajador de él mismo que filtraba información sobre un patrimonio que era muy superior a lo que en verdad tenía a fin de que la revista sobrevalorara su riqueza. Y funcionó. Su personalidad acostumbrada al espectáculo y su vida promiscua atrajeron la atención de la prensa más amarilla y Trump se fue haciendo famoso.
Antes de llegar a la presidencia de los Estados Unidos el año 2016, Trump presentó durante 14 temporadas un programa de televisión, 'The Apprentice', en el cual hacía de mánager que evaluaba diferentes perfiles profesionales. ¡De aquí sale la expresión que repetía, "estás despedido"!, y que ahora rescata a la campaña electoral para hablar de su rival Kamala Harris.
Después de años de especularse sobre su posible carrera hacia la presidencia que mostraban que sería el favorito del público, Trump se lanzó finalmente el año 2016 con una campaña llena de relaciones entre inmigración y crimen (cómo sigue haciendo) y con la promesa de creación de un muro en la frontera con México. Ganó las elecciones por sorpresa y en contra de lo que decían las encuestas ante|delante de la demócrata Hilary Clinton.
Del primer mandato al asalto al Capitolio
Durante su primer mandato, Trump va de hecho crear este muro y también renegó del cambio climático y de los tratados internacionales. Metió mano en todas las instituciones públicas, como cuándo cesó al máximo responsable del FBI o cuando nombró a una tercera parte del senado.
Después perdió contra Joe Biden el año 2020, pero no aceptó la derrota y dio un discurso delante del Capitolio que propició que sus seguidores lo asaltaran con violencia y provocando varios heridos y 5 muertos. Este es uno de los motivos que propiciaron los cuatro procesos judiciales abiertos en los últimos tiempos contra Trump, todos ellos frenados por el Supremo cuando resolvió la impunidad de los expresidentes en todo tipo de casos, como si fuera un rey. Por lo que Trump ya recibió sentencia fue por el pago a una actriz porno a cambio de ocultar secretos falseando la nota de gastos y tiene otro abierto por su forma de tratar con documentos clasificados. Aunque esa misma sentencia del Supremo la invalidó.
Ante este panorama, la presidencia parece la mejor manera para combinar las dos cosas que más le gustan a Donald Trump ante la justicia y ante la opinión pública: ganar y ser la estrella. Pero si pierde, probablemente, no se rendirá y utilizará sus armas, legales o no, para presionar la Casa Blanca y volver al poder.