El presidente de la federación Rusa, Vladimir Putin, en su alocución del lunes por la noche, marcó algunas de las líneas maestras de un argumentario geopolítico encaminado a justificar el reconocimiento de las provincias rebeldes de Donetsk y Lugansk y allanar el camino a la guerra abierta contra Ucrania que ha empezado este jueves, 24 de febrero de 2022. Lisa y llanamente, Putin defendió que Ucrania no era más que un invento de Lenin, un error del padre de la patria bolchevique que los rusos, dibujados como víctimas de la historia, habían tolerado en un ejercicio de magnanimidad que, finalmente, había llegado a su fin.
El discurso del lunes se culminó con el reconocimiento abierto y oficial de la independencia de las provincias ucranianas de Donetsk y Luganks, con argumentos como la protección de los intereses rusos en la zona, pero también de la población de lengua y conciencia rusa. Unificar a los rusos étnicos de todo el espacio exsoviético bajo la bandera de la Federación Rusa es, de hecho, la gran ambición de Putin, y en este sentido, no es nada atrevido comparar este territorio, denominado también el Donbass, con lo que pasó con la región de los Sudetes, un territorio de Checoslovaquia que Hitler se zampó en 1938 ante la permisividad del Reino Unido y Francia.
Fue en la conferencia de Munich de septiembre de 1938 cuando los líderes democráticos de Francia e Inglaterra, Édouard Daladier y Arthur Chamberlain, claudicaron ante los dictadores de Alemania e Italia, Adolf Hitler y Benito Mussolini y aceptaron la partición de Checoslovaquia, admitiendo la anexión por parte del régimen nazi de la región de lengua y población alemana de los Sudetes. Los checoslovacos, por cierto, no fueron invitados a la reunión que destripó a su país. Putin ha esgrimido argumentos muy similares a los de Hitler en aquel preludio a la Segunda Guerra Mundial y, como una repetición de los hechos, de momento ya se ha hecho el amo y señor de Donetsk y Lugansk, aunque, de momento, ha rechazado la anexión.
La cuenca del Donets
Este territorio de Donetsk y Lugansk, para resumir, se llama Donbass, tanto desde los medios de comunicación como también desde las altas instituciones -OTAN, Unión Europea, Estados Unidos... - que intentan comprender la realidad de una situación mucho más compleja de lo que puedan señalar líneas y tramas de colores sobre un mapa. Más allá de la discusión pseudohistórica sobre la existencia o no de Ucrania, lo que es un hecho es que la parte oriental de este país reúne unas condiciones que la singularizan, sin embargo, ¿qué es el Donbass?
Bajo la denominación de Donbass se entiende un territorio oriental de la república de Ucrania que comprende los 'oblasts' -división administrativa más o menos equiparable a los conceptos de 'provincia' o 'región' - de Donets y Luganks, aunque los límites claros no han sido nunca establecidos desde un punto de vista geográfico. La palabra en sí es un acrónimo que quiere decir 'cuenca del Donets', en referencia a este afluente del Don que riega todo este territorio. Las razones por las cuales estas provincias proclamaron su independencia de Ucrania son complejas, pero tienen que ver con raíces históricas, culturales y lingüísticas.
De entrada, Ucrania es un país que desde su independencia se ha afanado por superar la diglosia en favor del ruso que relegaba al ucraniano a una segunda posición. Aunque la mayoría de la población se considera ucraniana, buena parte de ella es de lengua rusa. Aparte, está la población que se considera directamente rusa. Si en todo el país la proporción es favorable a los hablantes de ucraniano, en especial en las partes más occidentales, a medida que se avanza hacia el este, la proporción se invierte, de manera que el Donbass es territorio rusófono casi en exclusiva, lo cual ha generado conflictos lingüísticos entre la política ucraniana de promoción de la lengua nacional y los hablantes del ruso.
Repoblación post-holodomor
A esta situación hay que añadir que buena parte del Donbass, importante por su cuenca minera, fue repoblado por gente proveniente de Rusia a raíz de la despoblación que provocó el 'holodomor', un término que hace referencia a la política estalinista de los años treinta que en el imaginario colectivo ucraniano fue un intento deliberado de genocidio en el cual habrían muerto de hambre hasta cuatro millones de personas. Ahora bien, el relato rusosoviético niega que eso nunca haya pasado, pero en todo caso es un claro ejemplo indicativo de los recelos mutuos entre los dos países que ahora han desembocado en guerra abierta.
En todo caso, no siempre ha estado claro que las regiones del Donbass fueran contrarias al estado nacional ucraniano. De hecho, en el referéndum de independencia celebrado en 1991, el 83,9% de los votantes de Donetsk y el 83,6% de Lugansk dieron apoyo a la independencia, con participaciones del 76,7% y del 80,7%, respectivamente. Ahora bien, a raíz de la revolución del Euromaidan, la gran revuelta que europeísta que tuvo lugar en el país en el 2014, que derrocó el presidente prorus a Víktor Yanukóvic y supuso un giro hacia Occidente, las provincias orientales se revelaron y proclamaron la independencia.
Fue entonces cuando empezó una guerra entre las milicias prorrusas y el ejército ucraniano, donde las autoproclamadas repúblicas consiguieron el control de buena parte del territorio gracias al apoyo, nunca reconocido oficialmente, de la clase política y las fuerzas armadas rusas. Aunque la principal razón del inicio de la guerra ha sido la intención rusa de mantener la hegemonía geopolítica de todo el espacio exsoviético y evitar cueste lo que cueste una europeización de Ucrania -incluida la entrada en la OTAN y el acercamiento a la Unión Europea-, la situación de un Donbass proruso y alzado en armas ha sido la excusa perfecta para justificar la intervención. Y pensar que una cosa similar pasó con Hitler no es precisamente tranquilizador.