Más de una semana después de que Bashar al-Asad huyas de Siria y su régimen colapsara, centenares de miles de sirios todavía no tienen respuesta a dos preguntas que los han perseguido durante años, incluso décadas. ¿Qué pasó con los familiares y amigos que desaparecieron o fueron detenidos por la policía secreta de Asad? ¿Y cómo llevamos sus torturadores y asesinos ante la justicia? Según la Comisión Internacional de Personas Desaparecidas (ICMP, por las siglas en inglés), en Siria hay unas 150.000 personas desaparecidas, la mayoría de las cuales fueron secuestradas o detenidas por el régimen de Asad o sus afiliados no puede verificar esta cifra de forma independiente.

Cada día que pasa, las escasas esperanzas de los sirios de encontrar un ser amado se desvanecen, pero quieren algún tipo de cierre; en una brizna de esperanza, anhelan un milagro. Pero también quieren venganza. Uno de los que esperaban noticias era Hazem Dakel, de Idlib, que ahora se encuentra en Suecia, la horrible prisión de Saydnaya, cerca de Damasco, dijeron que Amer había desaparecido a mediados de abril de 2015 después de haber sido torturado allí. Pero el régimen nunca reconoció su muerte.

Sin saber el número real de víctimas

Los grupos de derechos humanos han empezado a visitar las numerosas prisiones y centros de detención en Siria, donde se recluía los que se consideraban críticos con el régimen. Un equipo de Amnistía Internacional recorrió esta semana las dependencias de seguridad del antiguo régimen en los alrededores de Damasco. Para identificar los cadáveres que se encuentren hará falta una legión de patólogos forenses. Familiares desesperados han recurrido a las redes sociales con detalles de hijos, hermanos, padres y hermanas que desaparecieron. Preservar cualquier evidencia que quede en las prisiones y en torno a posibles lugares de entierro es fundamental para documentar lo que pasó y rastrear a los perpetradores.

Pero seguir el rastro de las pruebas es también una carrera contra el tiempo. Varios grupos de derechos humanos emitieron un llamamiento conjunto la semana pasada, en la que afirmaban: "El número real de víctimas solo se conocerá después de que las fosas comunes y los documentos de los centros de detención sean examinados y autentificados por expertos capacitados. Esta documentación se tiene que preservar de la destrucción".

Basándose en los relatos de antiguos presos, médicos y personal del régimen, se afirma que se utilizó un "Honda verde oliva con un cobertizo cerrado que podía albergar unos 50 cadáveres" para trasladar los cuerpos a un lugar en Najha, cerca de Damasco, "que se ha llamado cementerio nº. 1 (el término usado por las fuerzas del régimen es 'cementerio de los bastardos')".