El estado de Georgia, en Estados Unidos, ha ejecutado esta madrugada a un hombre condenado a muerte por asesinar en 1992 a su vecino, un médico de 73 años que lo había traído al mundo. J.W. Ledford, de 45 años, fue declarado muerto a la 01.17 hora local tras recibir una inyección letal en la prisión de Jackson, según notificó el Departamento Correccional de Georgia.
El ejecutado conocía a su víctima desde que nació, ya que, según subrayó el rotativo local The Atlanta Journal-Constitution, fue el médico que lo trajo al mundo.
Ledford ha sido el undécimo preso ejecutado este año en EEUU y el número 1.453 desde que el Tribunal Supremo reinstauró hace cuatro décadas la pena de muerte. Georgia, por su parte, fue en 2016 el estado con más ejecuciones del país, nueve, por delante de las siete de Texas y las dos de Alabama.
De qué se le acusa?
El 31 de enero de 1992, Ledford le pidió a su vecino, el doctor Harry Johnston, que le acompañara al supermercado con su camioneta, según confesó tras su detención.
Durante el trayecto, Johnston acusó a Ledford de haberle robado y, tras un forcejeo, el hoy ejecutado apuñaló en múltiples ocasiones al doctor y lo semidecapitó. Después escondió su cuerpo en una pequeña construcción cercana a la casa de Johnston.
Ledford, que tenía 20 años y era drogadicto, acudió después a la vivienda de los Johnston, amordazó a la esposa del doctor, Antoinette, y robó dinero, una escopeta, dos pistolas y un rifle que después vendió en dos casas de empeño.
Desestiman todos los recursos
Los abogados de Ledford habían presentado varios recursos para detener la ejecución con el argumento de que su cliente no reunía las condiciones constitucionales para ello por un presunto retraso mental.
También alegaron que los fármacos letales producirían una fuerte reacción en el cuerpo del preso debido a unos medicamentos que consumió durante la última década para tratar una lesión crónica.
De hecho, Ledford llegó a pedir al estado ser ejecutado con un escuadrón de fusilamiento, en lugar de la inyección letal, pero Georgia no contempla ese método en sus protocolos.
Los tribunales rechazaron todos estos intentos de la defensa para detener la ejecución, incluyendo el Supremo, que falló ya entrada la madrugada, retrasando más de seis horas el fatal desenlace inicialmente previsto para la tarde del martes.