09/11/2022. Una piedra envuelta con chapapote en el concello coruñés de Carnota. Hace dos décadas un viejo petrolero vomitó toneladas de desolación en las costas de Galicia, de gran parte del Cantábrico e incluso zonas de Francia y Portugal. En el 2002 aquella marea negra de chapapote provocó impresionantes brotes de indignación y solidaridad. El mundo miraba de reojo las playas, la masa viscosa se enganchaba a las rocas, lecho marino, manos y guantes, y la sociedad entera estaba desanimada ante la magnitud del desastre. Ha pasado el tiempo, veinte años, pero hay salpicaduras que el mar todavía no ha lavado y unas compensaciones económicas que siguen sin ser resueltas. / Foto: Cavalar.