Josep Borrell es extremadamente activo en su bloc personal que tiene en el portal web del Servicio Europeo de Acción Exterior. Y como Alto Representante de Asuntos Exteriores de la Unión Europea, aprovecha cada mínimo o gran conflicto internacional, para decir la suya. Lo último ha sido sobre la violencia y la falta de libertades que la ciudadanía de Colombia está viviendo por parte de los cuerpos de seguridad de su presidente conservador, Iván Duque.
Borrell, por un motivo u otro, siempre acaba pontificando y aleccionando en sus escritos: "Las personas en Colombia, como cualquier otro lugar, tienen derecho a una protesta pacífica. Este derecho, junto con la libertad de reunión pacífica, de asociación y libertad de expresión es esencial para cualquier democracia, tiene que ser respetado y protegido, no suprimido por la fuerza".
En estas líneas, nuevamente confronta sus ideas con las que lo han llevado a defender la represión y la violencia que se vivió con el referéndum del 1 de Octubre en Catalunya. Un discurso que le recuerdan constantemente algunos eurodiputados, recientemente Toni Comín, pero también otros no independentistas catalanes. Y cuando no es por la libertad catalana es por sus actos en su cargo actual. Desde ser ninguneado en Rusia, menospreciar Kosovo pero después reconocer su independencia o, últimamente, recibir la crítica de una sesentena de eurodiputados por haberse reunido con el gobierno venezolano de Nicolás Maduro como voz acreditada de la Unión Europea.
La tibia crítica a Duque
Representar el cargo de Borrell no es fácil si la doctrina de unas ideas las aplica diferente dependiendo de las afinidades o ideologías políticas que tiene. En el caso colombiano, Borrell avisa a Duque: "Confío en la acción de las instituciones para investigar y llevar a la justicia a los responsables de abusos o violaciones de los derechos humanos". Pero, a la vez, también alecciona aquellos que se manifiestan sin ceñirse de forma estricta al pacifismo: "La UE también rechaza y condena el uso de la violencia por parte de quien se mezcla con manifestantes pacíficos sólo para cometer actos de vandalismo. Sus acciones ilegales ahogan la voz de la ciudadanía, reducen el espacio para que la sociedad civil se exprese y generan caos y desorden".
Hay que recordar que el malestar de la ciudadanía viene derivado por unas prácticas represivas de récord. Colombia ya suma, como mínimo, 24 muertos, 87 desaparecidos y miles de detenidos desde la semana pasada, cuando empezaron las manifestaciones.
Por todo ello, Borrell se ofrece como parte de la solución: "Pido promover diálogos inclusivos y forjar consenso sobre cómo tratarlos. Acogemos con satisfacción el llamamiento del presidente Duque a un diálogo nacional". Con poco más de 200 palabras, Borrell cae en la contradicción, en el 'sí pero no' que le pueda evitar entrar en un conflicto directo con este país y su presidente, pero admite que tampoco niega la mayor: "El uso excesivo de la fuerza para reprimir estas protestas, la escalada de la violencia y cualquier otro uso desproporcionado de la fuerza por parte de las fuerzas de seguridad, tienen que cesar".