Se abre un nuevo capítulo de uno de los desastres sanitarios más aterradores de la historia del Reino Unido. Los casos más urgentes de enfermos afectados por las transfusiones de sangre contaminada recibirán 210.000 libras, unos 245.000 euros, en concepto de indemnizaciones avanzadas, según ha informado al gobierno británico este martes. Se calcula que las transfusiones de sangre contaminada con el VIH y la hepatitis C infectaron a 30.000 personas durante más de dos décadas, entre 1970 y en 1991. Y, a consecuencia, unos 2.900 adultos y niños murieron. La cifra la determinó una investigación independiente a cargo del antiguo juez Brian Langstaff, que señaló también que las infecciones y las muertes de los pacientes no fueron un accidente y que la mayoría de ellas se podrían haber evitado.
Los pacientes recibirán la indemnización en un plazo de 90 días
El secretario de Estado del Ministerio de Gabinete del país, John Glen, ha comunicado la iniciativa en una comparecencia en la Cámara de los Comunes, y ha explicado que podrán beneficiarse aquellos pacientes urgentes que todavía vivan, y no las familias de los difuntos. El alto cargo no ha determinado cuál será la cifra final que el gobierno tendrá que pagar a los supervivientes, pero ha adelantado que los primeros pagos se harán en un plazo de 90 días que empezará este verano. El objetivo del ejecutivo es que este dinero "pueda llegar a quien más les necesita con la máxima urgencia". El pago final se hará antes de que acabe el año y la retribución quedará exenta de algunos impuestos.
La sangre contaminada se importó de los EE.UU. y algunos de los donantes eran drogadictos
La desgracia sanitaria se inició a principios de los años 70, cuando en el Reino Unido se popularizó un nuevo tratamiento contra la hemofilia. Los sanitarios, sin embargo, necesitaban una gran cantidad de reservas de sangre para sacar adelante los procedimientos a los pacientes. Eso llevó al gobierno a tener que comprar la sangre a los Estados Unidos y la importó. Más tarde se supo que muchos de estos donantes pertenecían a grupos de riesgo, es decir, eran drogadictos, trabajadoras sexuales y presos, y a cambio de la sangre que se les extraía recibían una compensación económica.
La investigación alerta que las infecciones todavía matan
Las conclusiones de la investigación del ex magistrado a cargo del caso indican que hoy en día el desastre provocado por las negligencias sanitarias continúa vivo porque algunos de los pacientes infectados "siguen muriendo cada semana".