Benjamin Netanyahu se convirtió el pasado 4 de febrero en el primer líder extranjero que ha visitado la Casa Blanca después del inicio del segundo mandato de Donald Trump. Una visita que ha simbolizado el incondicional apoyo de Donald Trump a Israel, justo cuando el primer ministro se enfrenta a una orden de arresto de la Corte Penal Internacional, y cuando ha empezado el alto el fuego en Gaza después del acuerdo entre Israel y Hamás, con la primera fase que incluye intercambios de rehenes por prisioneros palestinos. Netanyahu llevó en la maleta un ambicioso plan de reconstrucción que ha dejado deslumbrado a Trump, decidido a hacer realidad el llamado plan Gaza 2035 para convertir la Franja en un resort, la Riviera de Oriente Medio, como lo ha llamado el presidente norteamericano, una especie de Dubai, Emiratos Árabes o Singapur, con islas artificiales, rascacielos hipermodernos, viviendas de lujo, centros empresariales y zonas de libre comercio.

No es un plan nuevo, de hecho, la Gaza 2035 es una vieja idea en la cual trabaja el gobierno israelí desde el 2017, y salió por primera vez a la luz el pasado mes de mayo, cuando The Jerusalem Post informó sobre la visión de posguerra de Netanyahu para la Franja de Gaza, con documentos del gobierno hebreo publicados en línea por la oficina el primer ministro israelí, que muestran una ciudad futurista con rascacielos altos y delgados, jardines perfectamente cuidados, trenes de alta velocidad, campos de cultivo que se extienden hasta la playa... una especie de paraíso donde ahora solo hay escombros, miseria, poblaciones completamente destruidas, y explosivos peligrosos sin detonar a consecuencia de la guerra. El plan beneficiaría en los estados del Golfo al ofrecerles "pactos defensivos con los Estados Unidos y acceso sin restricciones a los puertos mediterráneos de Gaza a través de ferrocarriles y oleoductos". El plan también preveía la creación de una enorme zona de libre comercio que se extendería desde la ciudad israelí de Sederot, a través de Gaza, hasta Al-Arish, en la costa egipcia, cosa que beneficiaría los intereses comerciales de los tres países.

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Plan|Plano Gaza 2035 

¿Cómo sería Gaza 2035?

Gaza 2035 implicaría un desarrollo urbano y económico de la Franja, con la construcción de estos rascacielos y viviendas de lujo, también el desarrollo de una infraestructura energética, con plataformas petroleras frente a la costa, campos de energía solar y plantas desalinizadoras. Se establecería una línea ferroviaria de alta velocidad que conectaría Gaza con Arabia Saudí, Egipto e Israel, integrándose en el Corredor Económico India-Oriente Medio-Europa (IMEC, por sus siglas en inglés). El plan también contempla la industrialización de la zona, con la creación de una "ciudad de fabricación de vehículos eléctricos" en el norte de Gaza y la creación de centros empresariales y zonas de libre comercio.

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Imagen del documento del gobierno de Israel sobre el plan Gaza 2035

Netanyahu le ha vendido a Trump este sueño distópico que requerirá que los Estados Unidos tomen el control de la Franja para reconstruir una ciudad de sus cenizas. Para hacer este sueño posible, necesita que los americanos lideren esta reconstrucción, como ya avanzaron en la comparecencia conjunta que hizo Trump al lado de Netanyahu. "Los Estados Unidos se harán cargo de la Franja de Gaza (...) Lo poseeremos y seremos responsables de desmantelar todas las bombas peligrosas sin detonar y otras armas que haya, nivelar el lugar y deshacernos de los edificios destruidos, crear un desarrollo económico que proporcione una cantidad ilimitada de puestos de trabajo y viviendas para la gente de la zona, hacer un trabajo real, hacer un trabajo real". Y a continuación, Trump conectó estos planes con el proyecto Gaza 2035, todo y sin nombrarlo. "No quiero ser uno gracioso ni un listillo, pero la Riviera de Oriente Medio... Eso podría ser tan magnífico".

Los planes iniciales de Israel establecían que los países árabes del eje moderado participaran en la gestión real de la Franja en los próximos años, hasta que se pudiera establecer un gobierno palestino moderado que tendría que salir de la transformación de la Autoridad Palestina. The New York Times también informó el mayo pasado que altos funcionarios de la oficina del primer ministro Netanyahu estaban examinando este plan formulado por empresarios, la mayoría israelíes, en el cual Israel administraría la Franja de Gaza junto con otros países árabes como Arabia Saudí y Egipto, hasta que el control se pudiera transferir a los palestinos.

Cambio de planes con la llegada de Trump

Con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, se ha abierto una oportunidad con muchas ramificaciones económicas, que el presidente norteamericano ve como una gran oportunidad de negocio, explotando el mercado inmobiliario, inversiones energéticas, empresariales y también turísticas. Una especie de plan Marshall que a cambio de la reconstrucción de la zona, abriría una ventana de alto valor inmobiliario que ya contó con el yerno de Trump, Jared Kushner (marido de Ivanka Trump), como ideólogo cuando fue asesor de Política Exterior y encargado de las relaciones con el mundo árabe durante el primer mandato. Kushner (de confesión judía), al que también se le considera padrino de los Acuerdos de Abrahán, ya presentó un plan con soluciones para la reconstrucción de la ciudad palestina y que hacía referencia al alto valor inmobiliario de la futura Franja reconstruida.

La idea, sin embargo, ha tomado una derivada que cambia el escenario. El trabajo que tenían que hacer los países árabes amigos cuenta con el obstáculo de los planes de reasentar a los palestinos permanentemente en otros países, lo que ha chocado con el rechazo de estos países y también de la comunidad internacional. Los gobiernos han rechazado para tratarse de una nueva Nakba en alusión al desplazamiento forzoso de los palestinos en 1948 con la creación del Estado de Israel. Los planes de Trump y Netanyahu implican limpiar la Franja de los dos millones de palestinos que vivían allí y que ahora quieren devolver a sus casas, lo que significa que Jordania y Egipto tendrían que aceptar a más refugiados palestinos procedentes de Gaza, una idea que ha sido rechazada por estos dos países, así como por Emiratos Árabes Unidos, Qatar, la Arabia Saudí, la Autoridad Palestina y la Liga Árabe. Al rechazo de la comunidad árabe se suman las presiones internas que tiene el gobierno de Israel en cualquier plan de reconstrucción de Gaza después de la guerra, que también tendría que tener en cuenta las demandas de la comunidad de colonos religiosos de extrema derecha de Israel, que exige colonizar Gaza y construir asentamientos judíos.