Las próximas elecciones generales en el Reino Unido se celebrarán antes del 2025, si el primer ministro Rishi Sunak consigue agotar la legislatura. Es para estos comicios que el gobierno de Nicola Sturgeon tiene previsto celebrar un referéndum de autodeterminación de facto, su plan B después de que el Tribunal Supremo haya impedido hacer la consulta sin el aval de Londres. A la espera de que su partido, el Scottish National Party (SNP), acabe de perfilar la estrategia para el segundo referéndum en un congreso extraordinario el año que viene, todo son especulaciones. Por una parte, la primera ministra escocesa se ha empeñado en que la vía hacia la independencia tiene que ser "legal", aunque se le hayan acabado las opciones para hacerlo sin un acuerdo previo con el gobierno británico. De la misma manera, rechaza que la votación que tenía preparada para octubre de 2023 se haga 'a la catalana', es decir, unilateralmente, porque tiene que ser reconocido internacionalmente. Con todo, hacía semanas que se preparaba para un veredicto negativo del Alto Tribunal sugiriendo que convertiría las elecciones generales próximas en un referéndum de facto. ¿Cómo se podría hacer?
Sturgeon plantea un referéndum de facto en Escocia
Después del bloqueo al segundo referéndum por parte de los tribunales británicos, Nicola Sturgeon tiene muy pocas opciones para mantenerse dentro del marco constitucional del Reino Unido y volver a poner las urnas. A pesar de asegurar que convertir los comicios generales próximos en un referéndum de facto es la "opción más evidente" para continuar el proceso, no queda tan claro como implementaría el resultado en caso de que obtuviera la mayoría. Y esta es, precisamente, una de las cuestiones: ¿cuál sería el resultado mínimo para cantar victoria? ¿La mayoría parlamentaria-- que su partido ya tiene-- o más del 50% del voto popular? De la misma manera, pactar una coalición a favor del 'sí' podría no ser un escenario muy realista, teniendo en cuenta las desavenencias entre el SNP y el partido del ex primer ministro Alex Salmond (Alba). Además, Sturgeon tendrá que asumir que el resto de partidos no independentistas no se sumarán a la campaña del referéndum de facto y, por lo tanto, corren el riesgo de que la población no se lo tome como Sturgeon querría.
Todavía necesitarían el aval de Londres
Algunos sectores del nacionalismo escocés critican la estrategia de Sturgeon porque depende, de una manera u otra, del consentimiento de Londres. Tal como ya se vio en la resolución del Supremo de la semana pasada, el tratado de devolución de Escocia dice que el parlamento escocés en Holyrood no tiene competencias para convocar un referéndum de autodeterminación, porque es un poder constitucional reservado exclusivamente para Westminster. De hecho, en el caso el gobierno escocés argumentó que poner las urnas no implicaría implementar el resultado automáticamente, lo que significa que confiaban en el poder político del resultado para convencer a Londres de aceptarlo. De esta manera, hay dudas sobre como se podría implementar el mandato si, a últimas instancias, tiene que pactar con el gobierno británico o esperar que se genere suficiente presión política. Este último escenario también parece improbable si ganara el 'sí' al referéndum de facto por muy poco margen, tal como se espera que pase.